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Que arda su blancura

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Sabemos que todo lo que es crítico, primero se tolera, luego es asimilado o destruido. Esta parece ser la lógica infernal del poder.

Nosotros mismos tenemos una mirada desconfiada que recela de todo lo que nace con pretensiones de novedad y de persistencia. ¡Fundir pensamiento y subversión! Una voz nos dice: ¿Otro intento más? Y aflora inevitablemente en nuestro rostro una sonrisa escéptica.

Pues bien. Permitidme que lo diga. “Espai en Blanc” no es un intento más. Más exactamente: no puede ser un intento más. Y no puede serlo porque pone dos condiciones en el acto de su misma fundación:

  1. Espai en Blanc no se funda a partir de una llamada a la participación como es usual en estos casos. Lo que significa que socava la separación dentro/fuera. Por eso consideramos que nadie está dispuesto a embarcarse en un proyecto en el que su evolución sea esperable, en el que la participación tenga que medirse por tiempos de dedicación. Si así fuera, ciertamente, no valdría la pena ni empezar.
  2. Espai en Blanc no quiere reclamarse de ninguna tradición. No deseamos propiciar ningún encuentro, ninguna agrupación o plataforma que nazca como resultado de un proceso de identificación. La identidad sea histórica, sea ideológica, frena el pensamiento.

Con estas dos condiciones – como se puede comprender – no existían muchos nombres apropiados. Seguramente el único nombre válido podía ser el de “Espai en Blanc”. “Espai en Blanc” como un gesto abierto, como el gesto abierto a todos vosotros. Pero en la medida en que es verdaderamente un gesto abierto, también es un gesto radical:

Espai en Blanc es/quiere ser el silencio que interrumpe el murmullo del consenso. Espai en Blanc es/quiere ser el murmullo que agujerea el silencio que el poder extiende.

Para constituirse en tanto que gesto abierto y radical el espacio ha tenido que ser desocupado de orden. Y para seguir siendo ese gesto abierto y radical que deseamos, deberá continuamente ser vaciado:

  1. De espectacularidad. Debemos apostar por un trabajo de elaboración conceptual y de creación lento con la máxima voluntad de exigencia.
  2. De jerarquías. Que no haya una división entre pensantes y ejecutantes, ni separación entre los distintos saberes.
  3. De sentido. El imperialismo del sentido que llega a todo nos obliga continuamente a preguntarnos por el sentido de todo lo que hacemos, y entonces, no hacemos nada.
  4. De promesas. No tenemos ninguna misión que cumplir ni demasiada prisa. Un poco sí. No ofrecemos nada, sino que cada uno pueda realizar su propio desafío.

Ahora nos podemos atrever a caracterizar un poco mejor a Espai en Blanc. Espai en Blanc es un espacio que se define:

  • por su unilateralización en relación al poder.
  • por su transversalidad en relación a los saberes.
  • por su horizontalidad en relación a sus componentes.

Espai en Blanc quisiera ser, en definitiva, una alianza de amigos. Una alianza de amigos donde ensayar otras experiencias posibles. Donde espacializar nuestro querer vivir. Donde crear nuestros propios acontecimientos. Sabemos que para ello tendremos que estar al margen:

Al margen sí, pero no marginales.

Sabemos que para ello tendremos que llegar a acuerdos entre fuerzas admitidas como tales:

Unidos sí, pero sin unidad.

Todo lo dicho no tiene ningún valor en sí mismo. Todo lo dicho únicamente es relevante si existe alguien que lo defienda.

Espai en Blanc estará vivo cuando no sea más necesario hablar de él. Estas palabras tienen que apagarse cuanto antes. De Espai en Blanc no se tiene que hablar:

  • Ensuciémoslo aunque sólo sea con nuestra rabia, nuestro asco y nuestras ganas de vivir.
  • Abramos en él infinitos caminos nocturnos en los que perderse y jamás volver a encontrarse.
  • Okupemos. Okupemos todos en fin Espai en Blanc para que silenciosamente se oiga un único grito de desesperación.

Para que silenciosamente arda su blancura.