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19.12.2006

Entrevista al colectivo “miles de viviendas”

Entrevista realizada en abril de 2005. La introducción y la cronología han sido realizadas por “miles de viviendas”.

Introducción situada

  1. Miles de viviendas es una máquina de guerra.
    Después de la confluencia explosiva en los Espais Alliberats contra la Guerra, una serie infinitesimal de cuerpos deseantes, de retazos de individuo, de fragmentos de grupo… dimos una respuesta a la pregunta en la que nos habíamos convertido: ¿Cuál es tu Guerra?
    La precariedad como nueva forma de dominio sobre nuestras vidas: sobre nuestras vidas. La vida es el campo de batalla. La precariedad como nueva forma compleja de dominación sobre la ciudad-red: vivienda invivible, urbanismo salvaje, trabajo neo-esclavista, moda boba, afectos sometidos, cultura basura, migrantes sobreexplotados, normativas neo-fascistas, de nuevo la usurpación de lo común mediante nuevas formas de propiedad privada (intelectual, genética, cultural…). Para Miles de viviendas cada uno de estos frentes, y todos transversalmente, han ido extendiéndose y perfilándose.
  2. La nuestra iba a ser una guerra de guerrillas contra la precariedad metropolitana. Y la haríamos liberando miles de espacios, miles de viviendas, miles de vidas… abriendo una serie (infinitesimal) de grandes edificios en el centro de la ciudad, para darnos vivienda, zonas de intimidad, zonas comunes, zonas abiertas, zonas furtivas, líneas de fuga.
    Para poder seguir preguntándonos. Para seguir sometiéndonos a experimentos cruciales. Para darnos con la proximidad la potencia de aceleración de las milésimas cuando avanzan hacia el entero. Contra el entero. ¿Dónde leímos aquello de que existió un tiempo en que la conciencia individual confió en sí misma…? Milésimas en fuga hacia el entero para destruirlo. Para «hundirlo por el centro» como dice el poeta. Porque sólo poéticamente habitamos esta tierra.
    Por lo tanto, para darnos con la proximidad un dispositivo concreto y carnal, afectivo, existencial; geográfico y metropolitano, posicional, y a la vez fluido; político y experimental, estratégico, paratáctico: furia de definir lo que no necesita definición sino en acto.
  3. Para hacer esta guerra sobre el campo de batalla de nuestras vidas sabíamos pocas cosas, pero quizá queríamos saber todavía menos. Había que abandonar momentáneamente la pura discusión política y aterrizar en algún sitio. Un sitio. Abrir una brecha más en la concreta cartografía metropolitana: un nuevo puerto pirata. Porque miles de prácticas
  4. Miles de viviendas es la brecha donde he depositado mi cuerpo para que lo sacudan y lo electricen esos «otros» espectros que acuden para hacerlo mío. Donde vierto todos los deseos, los recoge, y los engulle. Es allí donde he descubierto que la angustia es inagotable. Que mezclar vida cotidiana, vida afectiva, vida continua, y vida política… no aplaca sino que dilata el dolor. Pero también es allí donde una alianza de amigos ha sido tramada como máquina de guerra para desencadenar una guerra contra mi vida que no está sola, contra «nuestras» vidas. Hemos arrancado el miedo a hachazos, unos a otros avanzando juntos, para darnos cuenta de que también el miedo es inagotable, pero también, de que eso tampoco es tan terrible. Sin salir de la incertidumbre y con total inconsistencia hemos puesto en marcha prácticas de fuga de la precariedad, investigaciones críticas, formas metropolitanas y formas micro de acción política. Una multiplicidad indomable, miles nunca se ha bastado a sí misma y por eso esta inflación de grupos, de objetivos, de frentes de lucha abiertos: salir fuera de sí es una virtud para el crecimiento y la ampliación que llega a producir vértigo.
  5. Una maquinilla de guerra o una máquina de guerrilla. Desde fuera puede parecer que Miles no es más que una casa okupada, por lo tanto, que no es más que un medio para conseguir un fin (que llega pero no sabemos cuál es) que no llega porque es inalcanzable bajo el manto de la victoria capitalista. Pero, precisamente, Miles no es un medio para un fin que haya que esperar, porque Miles es, precisamente, dejar de esperar, haber dejado de esperar para abalanzarse sobre la realidad indefensa, porque parcial y concretamente situada: ¿2500 metros cuadrados en seis plantas, delante del mar, en el centro de Barcelona y en el año 2006 d.C.?. No esperar ¿nada? No esperar ningún «invisible» momento político privilegiado en que por fin la fuerza, las condiciones, la realidad, estarán de nuestro lado. Porque la alianza de los amigos es la fuerza, es la condición, y es la lucha que se hace presente en el momento privilegiado. Porque, como dice Antonio Martínez, la política no se hace con quien se quiere, sino con quien se puede. Y, porque para recuperar parcelas de tu propia vida, libertad, no es poder elegir, sino elegir poder.
  6. Que existan más de cien casas okupadas en Barcelona a día de hoy es un dato nada despreciable para esta ciudad cívica del higienismo totalizante. Miles es, en este contexto, una casa-edificio, es un bloque de seis plantas, okupado, en la fachada marítima y portuaria del centro de la ciudad, es una casa okupada casi-simpática, porque con su sonrisa de doble filo no molesta del todo «estéticamente», pero del otro lado es un hervidero de tramas y conspiraciones que trabajan para cortocircuitar la asepsia barcelonesa.
    Miles es un desafío porque es visible (física y políticamente), y es visible aunque los trayectos de lo político en los que intervenimos, a veces, la invisibilicen. Por ejemplo, cuando atacamos otros frentes de la precariedad metropolitana y parece que dejamos atrás, o a un lado, la práctica de okupar –que de alguna forma nos constituye–. Entonces es cuando podemos decir que Miles es una amenaza porque nos estamos jugando la vida en la vida. Porque cuando la acción política irrumpe en la vida cotidiana y hasta en la vida íntima, las calles transitadas una y mil veces ya no volverán a ser las mismas. Ni tus ojos, ni tus manos, ni tus gestos, ni tu boca. Pero, sobre todo, tu deseo no volverá a ser el mismo. «Aladino es grande gracias a su deseo, a su alma con médula para apetecer. Y si tuviera que objetar algo contra esta obra maestra sería el que no quede de manifiesto que Aladino es una individualidad, que el desear una y otra vez hasta la impertinencia, el echar mano con decisión, el apetecer insaciablemente es una genialidad tan grande como cualquier otra. Quizá no se crea, pero en cada generación no hay diez jóvenes que tengan ese valor ciego, ese impulso hacia lo infinito.» (Kierkegaard; citado por Hugo von Hofmannsthal, en El libro de los amigos). Pues en esta casa hay treinta individuos de estos, niños viejos de entre dos generaciones.
  7. Miles es la palanca colectiva para fugar la precariedad de forma individual, y colectiva, es el reducto de resistencia mínimo y máximo para poder seguir habitando este mundo. En ese sentido, Miles es un hogar, mi hogar.
    Miles es la experiencia del nosotros desde la politización de la cotidianidad en tensión (dis)continua hacia la excepcionalidad autoimpuesta. También es la experiencia del nosotros desde la rutina del darse más tiempo, más espacio y más vida compartida; experiencia del nosotros que muchas sólo habíamos entrevisto en una memoria histórica distorsionada. En este sentido, Miles es un poner en duda la concepción clásica de la política para ahondarla, es el «caos» en su sentido más arrollador y en el más propositivo. Miles son miles de puertas abiertas al vértigo de «lo que tú quieras ser/hacer-te» –la decisión–; al abismo de «por aquí no pasamos» –la resistencia–; o al grito contra la miseria cotidiana (y global) –el asco–.
  8. Miles de viviendas no es más que otro espacio que recuerda que hoy es en el territorio donde se juega todo.
  9. Nuestras vidas como campo de batalla.
    Miles de viviendas como máquina de guerra.
    La ley de las milésimas es una dinámica esencial: es cuando en el espacio
    portuario se pone en marcha un plan, y se prepara una flotilla de prácticas
    piratas listas para la acción.

Cronología

  • Febrero-primavera 2003:
    Espais Alliberats contra la Guerra.
  • Julio 2003:
    empieza la travesía milésima.
  • Julio 2003:
    empieza la filmación del documental «desde dentro» Miles de viviendas.
  • 23 de septiembre 2003:
    Miles de viviendas okupa tres edificios en el Turó de la Peira (edificios en proceso de expropiación desde 14 años atrás, los edificios de la aluminosis). 3 días después somos desalojados por la policía. Por la tarde: rúa y cacerolada contra el desalojo.
  • Octubre 2003:
    campaña en el barrio contra el Sr. Cuervo: presidente de la inmobiliaria público-privada dueña de los edificios, Regidor municipal del Distrito, y personaje que firma la orden de desalojo.
  • Octubre 2003:
    intento abortado de volver a okupar los tres edificios del Turó de la Peira.
  • Octubre 2003-fin de año:
    1.ª Deriva Milésima.
  • 4 de enero 2004:
    Miles en Sardenya 43 (okupación de un edificio de diez pisos).
  • Febrero 2004:
    ciclo de cineforum Robert Bresson conducido por Manel Muntaner.
  • Marzo 2004:
    talleres construcción bolsos Yomango (LCCA).
  • Abril 2004:
    colaboración con las Jornadas Copyleft.
  • Abril 2004:
    Intervención en la acción contra Indra (empresa armamentística española patrocinadora del Forum 2004) de la Asamblea Permanente contra la Guerra.
  • Febrero-julio 2004:
    meses de colaboración activa para la Mayday 2004 en Barcelona.
  • Febrero-junio 2004:
    diversas colaboraciones con los Mapas «De què va realment el Forum?»
  • Enero-octubre 2004:
    continúa el rodaje de la película documental Miles de viviendas.
  • Marzo-junio 2004:
    colaboración en la película «El Taxista Ful», de Jo Sol y Dinero Gratis.
  • Junio 2004:
    encuentro internacional de ceramistas.
  • Junio-18 de julio 2004:
    Intervención en el «Paterem el Forum», multitudinaria manifestación por tierra mar y aire que culmina un año de múltiples iniciativas críticas y ataques, por parte de grupos de base y personas de toda la ciudad, contra el engendro para-estatal del «Forum de las Culturas Bcn 2004».
  • Julio 2004:
    primera orden de desalojo a favor de la megainmobiliaria Metrovacesa.
  • 25 de julio 2004:
    Intervención en la okupación simultánea de las tres sedes de los partidos del gobierno catalán tripartito contra la política de desalojos de centros sociales okupados.
  • Julio-octubre 2004:
    estrategia de resistencia basada en artefactos colgantes de escalada, y en okupar juntos de nuevo otro gran edificio en la ciudad.
  • Septiembre 2004:
    Miles okupa una antigua escuela en la calle Borrell.
  • Octubre 2004:
    Miles desalojada de la escuela por la policía.
  • Octubre 2004:
    Miles Sardenya 43 desalojada por la policía.
  • Octubre-25 de noviembre 2004:
    2.ª deriva milésima. Base de operaciones en «Sala Conservas».
  • 25 noviembre 2004:
    Miles Barceloneta (okupación de un edificio de seis plantas frente al puerto. El edificio, abandonado desde hacía 10 años, había sido una antigua casa cuartel de los Carabineros del puerto –cuerpo hoy desaparecido–, y después de la Guardia civil).
  • 2 diciembre 2004:
    inauguración pública de la nueva Miles de viviendas: De cómo sacar casas de un sombrero: Primera Promoción de Vivienda Realmente Pública (ex-hipotecats; +espai +temps +vida:+K «okupa tú también»).
  • Entre noviembre de 2004 y el mes de mayo del 2006:
    seguimos actuando desde la base de la Barceloneta. No hemos parado de hacer cosas y de colaborar en cosas que otros hacían, aunque todavía queremos más y ahí no hay quién nos pare.
  • 14 de mayo de 2006:
    seguimos en la Barceloneta. Y ampliamos.

ENTREVISTA

E.B. (MARINA):  Las nuevas formas de politización, tal como siempre se han venido experimentando desde los colectivos que conocemos, tienen relación sobre todo con la manera cómo la vida se pone en juego, con la relación entre la vida y la política, con el modo en que cada uno de nosotros y en colectivo hacemos una vida política. Y es a propósito de esto de lo que nos interesaba hablar y es por esto mismo que la experiencia de Miles de Viviendas, nos parece interesante.

Así para comenzar, hemos pensado la conversación dividida en tres momentos:

  1. Un primer momento enfocado sobre la cuestión de la vida, de las vidas que confluyen en Miles y que están aquí implicadas.
  2. Un segundo momento sobre la inscripción de Miles en la metrópolis, sobre la confluencia entre estas vidas y la ciudad.
  3. y un tercer momento en el que se trataría de examinar las nuevas formas de politización actuales, los lenguajes políticos, la valoración general de lo que se está haciendo hoy.

Así que, si queréis, podemos avanzar sobre estos tres momentos como contexto para no perder el hilo de la conversación.

E.B. (SANTI):  El primer punto en el que habíamos pensado se trataba de una presentación en el sentido de que nos pudierais explicar un poco la historia y el proyecto en vuestras palabras. ¿Qué es para vosotros Miles? Y ¿en qué consiste el proyecto de Miles de Viviendas?

VICENTE:  Miles surge de la experiencia de los «Espais alliberats contra la Guerra», en un momento muy explosivo de actividad política. Era un deseo que ya teníamos algunos en aquel momento: hacer política intentando acercarla más al cuerpo, atravesar la línea de lo no permitido no solamente en el ámbito discursivo sino de una manera práctica y más cercana a la cotidianidad. También en relación con este deseo existía la cuestión de las movilizaciones contra la guerra, ese momento de efervescencia en el que parecía que cualquier cosa que se hiciera tenía una gran repercusión en la ciudad. La gente que estaba en la asamblea de los «Espais Alliberats se planteaba la pregunta «¿cuál es tu guerra?».

Nos dimos cuenta de que nuestra guerra era de alguna manera contra todo lo que tenía que ver con la precariedad, en general con la precarización de la vida y con todo lo que atañe a los espacios donde poder hacer cosas, el precio de la vivienda, etc. Y fue a partir de aquí que fuimos a ver un edificio y pensamos que nos permitiría tener cierta intimidad para realizar en él actividades, como espacio común y para utilizarlo como centro social. En este sentido, era como experimentar aquellos discursos y llevar la práctica política más cerca de nuestra práctica cotidiana en este espacio de experimentación, de mezcla.

GLÒRIA:  En realidad, el «principio histórico» se encuentra en aquellas experiencias de las asambleas de protesta contra la guerra, que convertían las luchas contra la guerra en okupaciones de espacios públicos y en las que se trasladaba el concepto de Guerra desde la Guerra de Irak hasta la guerra de la vida cotidiana. Mucha gente ya se conocía de antes, y aquella asamblea fue creciendo y englobando a diversos colectivos. A muchos, cuando se acabaron las movilizaciones, nos había pasado ya algo importante en la vida, o al menos a mí, se me había hecho ya imposible volver a casa. Después de haber estado dos o tres meses en plena actividad, con el mapa de la ciudad cambiado, con la vida en la calle, con relaciones que estallaban en cada rincón a cada momento, entonces, o al menos así lo viví yo, se me hacía imposible volver a mi vida, sola, con un trabajo… De esta imposibilidad, yo creo, nace Miles, de la imposibilidad experimentada por alguna gente, de no poder volver a su vida de antes. Era todo como una locura y en realidad aún ahora me sorprende. Me pregunto en algunos momentos cómo se nos pudo haber ido la olla tanto para irnos a vivir todos juntos, a okupar hileras de casas, pidiendo que cada vez viniera más y más gente y que lo okupe todo, y que después aquí abriremos oficinas de okupación… parecía una locura pero veníamos de una experiencia que nos había «tocado» tanto, que nos veíamos capaces de hacer de todo.

SILVIA:  Yo aparezco un poco más tarde, cuando el colectivo ya se ha consolidado. Para mí Miles ha sido un rayo de luz porque yo vengo de una okupación solitaria y sentía como una necesidad de solucionar mi vida no sólo en la soledad sino también con otra gente. Llego a Miles cuando el proyecto ya está en marcha, y puedo participar de este proceso y participo hasta hoy, como espacio de salvación hacia otra cosa.

GLÒRIA:  Yo tenía la intuición de que en Barcelona, la acción política de okupar era una acción interesante y que era en torno a las okupaciones el único espacio en el que durante los últimos años habían pasado cosas; era como el único lugar donde había un poco de vida política. Desde otros colectivos como «La Oficina» habíamos seguido bastante de cerca las okupaciones en Barcelona. Y lo sorprendente es que eramos gente a la que, a pesar de haber participado en (y okupado) centros sociales, y a pesar de haber hecho siempre vida activa en sus colectivos, nunca se le había ocurrido vivir okupando. Por otra parte, teníamos también el reto de romper con alguna de las trampas en las que nos parecía que había caído el movimiento okupa: algo muy identitario, muy cerrado, casi como un espacio burbuja que se apartaba y se protegía del mundo. La nuestra quería ser una okupación desafiante, que se ponía como conflicto y en la que la gente que la formaba no se caracterizaba por ser gente diferente a la que estaba en la calle, no creaba una identidad propia. Era esto: esta idea de no ir a refugiarnos en una casa okupada, sino más bien que la casa okupada fuera como una palanca para hacer acción política, como un lugar que se abría y no que se cerraba o al menos ese era el propósito… Por otra parte, era el año del Forum Universal de las Culturas (2004), así que creíamos que era muy interesante tener un lugar que funcionara como espacio común para trabajar, que nos diera fuerza. No queríamos ser un centro social okupado, en el que hubiera un taller de malabares o de cualquier otro tipo, sino un espacio más semejante a un laboratorio en donde pasaran cosas. No nos gustaba la idea de que esto fuera la gestión de un espacio en el que se hicieran turnos para ver a qué colectivo le toca cada día hacer qué cosa, eso no nos agradaba. Ahora, esta actitud crítica, en realidad se ha ido perdiendo y hoy hablamos ya de «C.S.O Miles de Viviendas» pero el propósito era éste: romper la identidad, la okupación como palanca política, la guerra contra la precariedad de la vida, conjugar la vida íntima con los espacios colectivos –de hecho, no hablábamos nunca de comunitarismo al estilo hippie–.

E.B. (SANTI):  Antes hablábamos de politización de la existencia, ¿creéis que la experiencia de Miles es eso, una politización de la existencia? Quiero decir, tal como la imaginábais… habláis de vida y de vida y política muchas veces, pero ¿en qué sentido se trataría de politización de la existencia?

VICENTE:  Es evidente que la vida puede politizarse también fuera de la okupación. Pero, para mí por lo menos, el hecho de llevar a término esta práctica de okupar quiere decir usurpar un espacio, hacer una captura de la realidad: coges esto y te lo das, y no solo, sino en una alianza de amigos, con gente con quien tienes unas afinidades. Politizas tu existencia desde que irrumpes colectivamente sobre la realidad, y la transformas, transformando tu vida, lo que tu vida «puede» a partir de ahí. Este edificio de seis plantas tiene un valor económico en la realidad, en el mercado, pero nosotros pasamos por encima de él politizando el espacio, la vivienda, nuestras vidas. En este sentido la práctica de la okupación es una politización del espacio, del espacio entendido como condición de posibilidad para la vida. Y así es: politizamos nuestras vidas a partir de esta práctica que además nos pone en relación con otra serie de cosas. Nuestra politización pasa por etapas críticas: también es no dejarse engullir por esta práctica, por esta casa como un castillo sino continuar con la reflexión y explicarte por qué haces esto.

GLÒRIA:  Yo creo que es político en un sentido muy esquemático de lo político, a pesar de que hay muchas cosas que se mezclan cuando pones muchas vidas en un espacio. Se mezclan terrenos bastante dolorosos, terrenos personales, problemas que se confunden con la ética, con la psicoterapia, casi con la autoayuda… Y todo junto, con cosas políticas, con relaciones de poder. La inercia de un espacio te acaba comiendo y cogiendo fuerzas que te impiden salir afuera. Pero es político en el sentido de la decisión. Recuerdo una asamblea muy divertida en la que todos estábamos hechos polvo porque nos echaban de nuestra casa y ya estábamos vencidos ante los temas judiciales. Pensábamos que debíamos resistirnos, nos dio una fiebre de resistencia pero estábamos todos deprimidos. Alguien preguntó si había otro plan B, pero entonces Silvia dijo: «antes de hablar de un plan B, yo quiero saber cuánta gente de aquí quiere continuar okupando» y de repente todos dijimos «¡¡¡Yo!!!» . Crees que la gente va a pasar… y no, es un grito general. Todo el mundo diciendo que quiere seguir. Y aquí está la decisión, porque no tendríamos que estar haciendo esto pero lo hacemos, okupamos, y a lo mejor nos pasamos tres meses a la deriva en la calle sin tener un lugar donde caer muertos, y entrar en otra casa y reventar la puerta y yo creo que esta decisión es la politización. Poca cosa pero, en realidad… bastante cosa.

VICENTE:  Yo creo que esta respuesta de «¡¡¡yo!!!» es porque aquellos diez meses fueron muy ricos para todos, aquello era como un barco pirata, con un manojo de llaves, y reuniones y el uso de internet y comiendo mil personas juntas y organizándose la vida colectivamente…

E.B. (MARINA):  En esta reunión hay gente que vive y gente que no vive en Miles. Digo esto para ir más allá de la impresión de que Miles es un lugar donde vivir, que no es más que un grupo de gente que vive en una casa okupada. Para los que no vivís en la casa, ¿qué quiere decir para vosotros estar en Miles?

PINTO:  La respuesta es sencilla: puedes tener una vida que consista en ir al trabajo y quedar con los amigos para tomar una cerveza, pero llega un momento en que después de conocer eso durante años te das cuenta de que no quieres estar toda tu vida haciendo esto e intentas trazar la vida de una manera diversa, más allá de envejecer en la rutina. Llega un momento en que notas que el propio tiempo de vida se te va escapando, te gustaría que tu vida fuera de otra manera; está claro que también puedes ir en busca de una aventura, a escalar montañas… Pero, para mí, Miles no es como una aventura sino que representa un modo de agarrar la vida que de otro modo sentiría que me están robando. Para mí, básicamente es esto. Podría hacer un anecdotario, hablar de que preparamos asambleas, de que organizamos manis… pero no se trataría de esto.

E.B. (PATRICIA):  Creo que hay un punto que me parece importante aclarar y es a propósito de lo que habéis dicho sobre la imposibilidad de dar un paso atrás, de volver a la soledad, a la vida anterior una vez que habéis hecho ya la experiencia de lo común, de una colectividad. Y es que creo que este rechazo a una vida «normal», a la vida que se vivía antes también puede traducirse en cambiar tu vida, intentando hacer de ella una aventura, pero esto no conlleva una politización de la existencia, en el sentido de formar un colectivo, ahondar en la experiencia de lo común y hacer acciones. Veo bastante separado una huida de la soledad, que podría ser incluso una muestra de egoísmo personal, un no aceptar una vida que no se quiere a nivel personal, del «plus» que es el que a nosotros nos interesa que es el sentimiento de lo común, el hecho de que aquí se produzca una politización. No se trata de cambiar de vida haciendo deportes de riesgo o irse a vivir a otra ciudad. No sé si me explico.

E.B. (SANTI):  Entonces, ¿qué sería lo político que caracterizaría a Miles? La vida como campo de batalla sería quizás el lugar desde donde apostáis, quizá sería eso: luchar cuerpo a cuerpo con la vida. ¿Qué sería entonces para vosotros la vida como campo de batalla?

IMANOL:  A propósito de lo hablado sobre escapar de la vida en soledad. La experiencia vital de los espacios liberados fue muy fuerte. A mi me generó un imposibilidad de vivir en la ciudad de una manera normal. Mi historia personal es que decidí huir a otro país y al volver me di cuenta de que no podía vivir al ritmo de esta ciudad, y me recluí en un pueblo. No fue una huida de lo político porque allí también me mantuve en cierta actividad pero sí fue algo como replantear los ritmos de mi vida. Yo siempre quise volver a la ciudad pero no sabía cómo, y entonces me crucé con Miles y así he vuelto. Me da un poco de miedo no saber volver, no tener una puerta de enlace con el exterior, miedo de no poder volver a un piso, a hacer una vida de trabajo. Eso es lo que da miedo…

MIGUEL ÁNGEL:  Yo no me acerqué a Miles porque quisiera huir de la soledad, a mí me parecía que se podía crear comunidad, que podía haber una explosión de comunismo entre amigos y después de vivir con mucha intensidad combatiéndome a mí mismo, me di cuenta de que no era mi sitio porque aquí no podía disfrutar de mi soledad. Necesitaba poner ese freno, la impresión que me daba era que no se construía realmente comunidad, un diluir identidades, sino que se reafirmaban las individualidades en competencia, así me iba dando cuenta de que no era mi sitio. Esa determinación vuestra de continuar en Miles es algo que yo siempre he valorado. Es, yo creo, el mayor activo de esta casa.

E.B. (MARINA):  ¿Creéis que uno de los peligros de vivir aquí es llegar a personalizar la política tanto que se convierta en un asunto demasiado personal, psicologizado o psicologizante? ¿Es ese un peligro o se da por supuesto?

GALA:  Yo no entiendo la distinción entre vida y política. ¿En qué momento no personalizas la política?

E.B. (MARINA):  Pues, por ejemplo, en versiones antiguas del militante que deja su vida aparte y se pone el uniforme. Y vidas no políticas, también conocemos muchas… Esta es una forma de politizar la vida, pero es también personal y aquí está, creemos, el conflicto.

E.B. (SANTI):  Sí, para aclararnos, yo hablaría de »vida privada» y así nos entendemos… La cuestión sería esto: lo privado, lo psicológico…¿qué peso tiene cuando la vida es un campo de batalla? Yo creo que mucho…

PATRICIA:  La cuestión, yo creo, es ésta: dentro de lo común, ¿qué peso tendría lo privado? porque al fin y al cabo la vida es la vida de uno mismo. La vida privada ¿hasta qué punto cortocircuita esta convivencia?

VICENTE:  Es un tema un poco complicado… Sí hay una tensión entre lo privado y lo político, pero yo creo que no sólo es tomar un espacio, sino que también hay una parte de nuestra propia vida que también intentamos politizar: vamos a reciclar, intentamos ir a mangar cosas para tener aquí para comer. Pero también hay una parte privada, pues cada uno se busca un trabajito aquí, otro allá. A la hora de entrar en cuestiones metropolitanas, dentro de la misma casa se crean pequeños grupos de afinidad que trabajan sobre un tema. Se crean estos grupos que realizan trabajos en común y el resto participa más o menos, y al tiempo hay unas individualidades. Politizamos la mayor parte de la vida que podemos pero sí hay otra parte que no es posible politizar: no vamos a robar bancos para vivir sino que buscamos trabajillos aquí y allí, aún queda ese espacio de privacidad. Hay momentos de más tensión como de estar demasiado inmerso aquí y también ganas de tirar de estos proyectos con la gente.

GLÒRIA:  Una de las primeras discusiones que hubo era sobre cómo hacer las asambleas; se pensó en hacer una asamblea de vivienda y otra de política: en una se decidiría la gestión de la vida dentro de la casa y en la otra se plantearía hacer acción política. Esto ya indica el conflicto en el que te encuentras cuando entras en un proyecto así, porque nos podemos preguntar qué es más político: la gestión de la vida cotidiana en la que intentas poner el dinero en un lugar que no desaparece, pero que se reparte entre todos, la toma de decisiones, la toma de poder entre la gente que gestiona el espacio… Eso puede ser más político que no quedar un día para organizar una acción contra Indra porque es una de las empresas que participa en la guerra. Se trata del significado mismo del término «político»: es quizá más política la acción de construir un taller en el que se trabaje con un código abierto para que la gente pueda copiar patrones, quizá, digo, eso es más político que vuestras reuniones sesudas… Así que finalmente hemos acabado anulando la asamblea política. Así que ahora hacemos sólo una asamblea cada semana en la que se trata de decisiones como quién va a comprar, quién a mangar, a reciclar, tratar problemas de la instalación eléctrica… y lo de las actividades políticas… funciona de un modo más particular, por grupos de afinidad… si a veces se incorpora a la Asamblea, se deja para el final… Ha habido como una crisis de las relaciones de poder dentro de la Asamblea porque había gente, entre la que comenzó, que tenía las cosas muy claras y surgieron diferencias con otra gente que no tenía la misma imagen de Miles. Lo que se hizo fue romper la asamblea y se trató de abarcar, de modo más informal, a partir de afinidades, de decidir así los modos de intervención.

VICENTE:  Esto viene de la heterogeneidad misma de la Asamblea porque, por ejemplo, mucha gente de Agencias viene con una idea diferente de lo que es política. Por eso Miles, como asamblea política, no ha funcionado y sí como una permeabilidad que va por otros lados y que interviene políticamente con el MayDay, con las asambleas por la politización de la vivienda… Pero, sin intentar que todos participen en todo, sino dejando que exista una permeabilidad: que la gente que estudie filosofía aprenda a coser, y así con todo.

GALA:  Yo creo que la asamblea política dejó de existir porque la gente misma que pensábamos en ese tipo de intervención política no supimos llevarla a cabo. Desde un punto de vista pragmático dejó de funcionar por eso; porque puedes tener una idea, pero cuando te pones a vivir con gente, te das cuenta de que hay una serie de espacios informales que funcionan y otros formales que tú crees que van a funcionar, pero no funcionan, y no sabes si crear algo como un sistema o dejar que este sistema se forma de un modo orgánico. Te encuentras con desequilibrios de maneras de formalización de contenidos, de acción, que no funcionan y que te olvidas de ver aquello que estás viviendo día a día.

GLÒRIA:  La informalidad genera que la gente que está más conectada tiene más información y que la gente que está más lejana, no participa de muchas decisiones. La gente que trabajaba fuera se quejaba de que no le llegaba la información y que se sentía marginada. Entonces, eso te obligaba a dejar de trabajar o a marchar de Miles. Así, paulatinamente, cada vez somos más uniformes: trabajamos muy poco, tenemos una edad mediana… Se ha homogeneizado la gente a partir de las propias dinámicas. Una cosa buena que tenemos es que estamos siempre replanteándonos todo. Es un tanto inoperativo, pero eso hace que tengamos fuerza: cuando hay un grupo que tira demasiado, alguien dice «stop» y se vuelve a replantear desde cero, cómo organizar asambleas, cómo llamarlas, la relación con el dinero, cómo hacer que la gente de fuera pueda sentirse incluida, cómo hacer turnos de limpieza, cómo plantear el tema del bote del dinero. Y ésta es la base de la politización de la existencia, desde la tontería de quién lava los platos, que descansa en una experiencia de lo común, una experiencia colectiva de organizarse.

E.B. (SANTI):  El hecho de que no haya una asamblea política es síntoma de algo: desde una lectura positiva, de que la politización de la existencia pasa por bajar la política a la vida cotidiana pero también, por otra parte, delata una imposibilidad de hacer política en la ciudad, digamos, de una política con P mayúscula.

CHRISTOPHE:  Pero… no es que se eliminara la asamblea política, sino que lo que ocurrió es que pasó a formar parte de la vida: en la escalera, en la cocina, se tenían charlas políticas, de intervención política en la ciudad. No es una asamblea porque no estamos reunidos alrededor de una mesa, pero sí es política porque hablamos de la necesidad y de las ganas que tenemos de intervenir en la ciudad. Se eliminó la asamblea política formal pero pasó a ser permanente. La cantidad de charlas diferentes y permanentes es mucha. Es más de la mitad que tengo grabado en un vídeo que llevo un año y medio haciendo. Incluso, limpiando mierda de paloma, estamos hablando de lo qué se va a hacer el día siguiente o lo qué se va a hacer a nivel de intervenciones.

GALA:  Yo creo que en esa asamblea política con P mayúscula, la P acabó por engullirnos pues terminaba siendo contaminante de determinados tipos de acción que había que cuestionar. Sin embargo, ahora podemos hablar con más libertad y de modo más espontáneo; algo explota en un sitio donde en realidad ni te esperabas que explotara. Por otra parte, que desapareciera tampoco imposibilita que se pueda hacer un día concreto porque se quiera hacer algo. Es un modo más orgánico, según mi modo de verlo, de ir construyendo esa Política con P mayúscula.

MIGUEL ÁNGEL:  Yo lo que veo es que en las cosas que están ocurriendo en esta ciudad, la gente de Miles está en todas y además de una forma activa: May Day no se entiende sin Miles, así como muchos otros proyectos de la ciudad.

ALBERT:  La desaparición de la asamblea política tiene que ver con la dimensión interna de Miles y con el tiempo que hace que la gente se conoce y hace cosas juntas. Respecto a las condiciones exteriores, es más difícil hacer política este año que los dos anteriores. Este año la capacidad de acción, de interlocución es más difusa pero eso me posibilita hacer cosas fuera.

GLÒRIA:  Los que creíamos que la intervención política tenía sentido continuamos creyéndolo y matándonos para que salgan cosas, asumiendo que la situación ha cambiado, y asumiendo el desgaste que supone estar en una casa okupada, que come mucho tiempo. A mí me ha invadido la dificultad de mantener los lazos con la gente de fuera, con las amistades de antes. Se crea como una burbuja, como un fuerte en el que te sientes protegido, un refugio en el que te sientes cómodo, es como un sueño: un edificio en el que en cada planta viven tus amigos; llegas al comedor por la noche y te encuentras con 4 ó 5 colegas con los que puedes hablar y eso es una riqueza aunque tenga su contrapartida. La gente que creíamos que tenía sentido la intervención en la ciudad a nivel macro, seguimos en ello. Puede ser que al principio no se oyera la voz de la gente de la asamblea que cuestionaba esta forma macro de hacer política como forma de relación política en la que se ven privilegiadas una serie de capacidades personales, como la oratoria, o la gente que sabe redactar bien los textos y hablar bien, a los que se da más peso que a gente que hace otro tipo de cosas. Creo que el problema es más interno que en relación con la ciudad. No creo que nuestro grado de implicación después de vivir aquí haya bajado.

MIGUEL ÁNGEL:  Es como un milagro. Viviendo en la etapa que vivimos de reflujo en el movimiento okupa, que casi ha desaparecido, es casi un milagro algo como Miles, que continúa haciendo cosas. Es más, constatar que aún estando en una situación de reflujo, vosotros continuáis politizando vuestra existencia, quizá de modo interno pero sin dejar de estar conectados con el afuera.

E.B. (MARINA):  A propósito de vuestro proyecto, y teniendo en cuenta la metrópolis como contexto, nos interesaría preguntaros: ¿hasta qué punto intervenir en la ciudad desde una casa okupada abre un mundo aparte? ¿hasta qué punto los lenguajes empiezan a no ser comunes? Este hombre anónimo, con el que nos sentimos en sintonía desde una política nocturna, que no se reclama de los grandes nombres ni de las grandes movilizaciones ¿qué relación mantiene con vosotros a medida que Miles se va convirtiendo en el espacio de referencia de vuestras vidas? Mientras Miles era una asamblea que circulaba estabais conectados. Pero ahora, ¿hasta qué punto os veis confinados en un ghetto a pesar de no quererlo?

ALBERT:  Pierdes muchas cosas de este hombre anónimo o de esta politización difusa y esta mala hostia con el mundo en el que estás tú solo y no sabes qué más hacer. Pierdes muchas cosas y piensas que en un grupo de amigos ya tienes unas capacidades y que puedes funcionar de otra manera. Pero eso no es ninguna virtud: tienes unas capacidades y puedes hacer unas cosas pero no puedes hacer otras. Y cada persona te habla de una manera, generas una serie de relaciones y una serie de limitaciones. La experiencia en Miles tiene muchas limitaciones: la limitación de la duración en el espacio, la limitación de los tiempos propios de la okupación; ahora tienes casa, ahora te desalojan, vives siempre con el mismo grupo de gente cerrado, pero… ¿y qué?… ¡Mucho más limitado estaba antes con mi soledad y el no poder hacer nada! Incluso estar aquí me da una interlocución, últimamente me estoy esforzando en defender el espacio de la okupación. Me permite pasearme por el barrio y entablar conversaciones con la gente anónima –como okupa que soy del barrio– que no habla de sus problemas más que consigo mismo, solo, o con sus familias y con nadie más. Y eso me permite una conexión muy chula. Él puede tener la imagen del okupa criminalizado o de que yo soy muy radical o yo puedo vivir en un mundo cerrado sin saber lo que pasa fuera, pero al mismo tiempo, tiene cosas muy positivas.

CHRISTOPHE:  Con respecto a lo de la ghettización, sí puede ser que estamos un poco cerrados. De repente voy paseando solo por el mundo real y me doy cuenta de que me había olvidado de ciertas cosas, de cómo funciona la vida real de la gente. Pero, ¿hasta qué punto soy tan diferente de antes de estar en Miles? Pues que antes me iba, después de mi contacto con el mundo real, a mi casa solo. Y ahora cada día llego y comparto ese cabreo con los cinco o seis amigos que viven arriba. Antes también tenía un grupo de afinidad política pero con el que no vivía, con quien no iba a buscarme la comida… pero no había una diferencia tan grande.

MIGUEL ÁNGEL:  Siguiendo con lo del ghetto, yo prefiero ver la otra cara de Miles. Claro que está la limitación de que sean siempre las mismas veinte caras. Pero me parece más interesante destacar que en cada actividad política que ocurre en la ciudad, allí está Miles. Yo lo veo más como focos de resistencia, como alianzas de amigos para la resistencia.

E.B. (TONI):  A mí me parece bien que se autoafirme el proyecto de Miles, pero yo quiero hurgar un poco más. Una compañera ha dicho que «a veces tengo la sensación de que el proyecto Miles me cierra cualquier puerta de salida». ¿No hay a veces una sensación de que el proyecto pueda deshacerse y luego llegue la imposibilidad de poder resistir a ser otra vez lo que somos en realidad todos: un hombre anónimo?

MIGUEL ÁNGEL:  No puedes politizar tu existencia si dejas preparado el camino de vuelta…

E.B. (TONI):  Pero te lo estás cerrando, el camino de vuelta. Por eso da miedo.

CHRISTOPHE:  Pero eso es hacer política con el cuerpo, ¿no?

E.B. (TONI):  Igual que el precario tiene miedo a quedarse en paro, como símil. Pero entonces, ¿el de Miles tiene miedo a no poder volverá ser «normal»?

VICENTE:  No creo que te lo cierres en este sentido de no poder volver al mundo por haber estado mucho fuera de él, sino que es más bien esa experiencia de la soledad como figura política del aislamiento, como biopolítica: la soledad que se juega sola la vida. Y por el hecho de habernos jugado juntos la vida, como en un barco pirata, piensas que volver se te puede hacer difícil. Pero no en un sentido total, sino en un sentido afectivo de añoranza. No es que luego nada tenga sentido, porque tú aquí sigues habilitándote para el mundo en el que vives. Desde el principio, una de las cosas que remarcábamos en Miles es que no nos poníamos aparte sino que okupábamos como vecinos, como habitantes de esta ciudad, como vecinos piratas que pirateábamos el espacio en el que vivíamos, lo ocupábamos pero no para ponernos aparte.

GLÒRIA:  Sí, siempre hemos dicho que somos unos vecinos más. Pero un día, «pinchando» el agua me dije, pero si somos vecinos, ¿qué tipo de vecinos? Está claro que en nuestra vida pasa algo que nos hace no ser vecinos normales…

VICENTE:  No, somos vecinos piratas, como dije. No podemos decir que somos vecinos normales pero tampoco queremos ponernos aparte en esta isla de refugio, como si fuéramos diferentes, mejores.

IMANOL:  Yo creo que el miedo es el de haberse metido en esa isla. Por ejemplo, la experiencia de ir a un supermercado, yo creo que me costará volver a vivirla como la vivía antes. Estoy contento de cómo la vivo ahora, pero me da miedo desconectar. Quiero estar desconectado, es cierto, pero sin desconectar del todo. No quiero llegar a decir: no puedo vivir en este mundo.

GALA:  Para mí lo chulo aquí es que lo mismo que te genera el miedo es lo que te permite combatirlo. Estar en Miles ha sido estar en relación con aquello que me daba miedo, darme cuenta de que el miedo no puede desaparecer pero sí que puedes combatirlo, fracasar o tener éxito pero que no pasa nada. No se hunde el mundo, hay otra forma de llegar a sitios. Ahí está el reto de, a pesar de tener ese miedo, seguir adelante. Ahí está la oportunidad que te permite relacionarte con ese miedo de forma diferente cuando se acabe esta experiencia y tengas que volver a la vida cotidiana.

CHRISTOPHE:  La diferencia entre nosotros y una persona que está en paro es que nosotros hemos escogido esta situación, politizar nuestra vida, y él no, pero yo no me proyecto permanentemente este futuro porque elegí este presente…

GLÒRIA:  Somos como una familia aunque no nos guste pensarlo así, –o al menos a mi no me gusta ver a Miles como una familia–, y no queramos afirmarlo. Pero hay unos lazos de protección mutua, y cuando estás aquí sabes que, si en una época no tienes un duro, estás acogido por una comunidad; si no encuentras trabajo, vas tirando porque hay alguien que pone pasta; tienes un edificio y lo tienes gracias a que somos muchos pues solos no podríamos; vamos a mangar juntos… Y todo eso lo haces porque tienes como una familia que te acoge. Y las épocas que nosotros llamamos de deriva, en las que hemos estado sin casa y tienes que ir a casa de colegas… te encuentras en la cuerda floja, sin un duro, porque para vivir aquí no te hace falta dinero y así vas saliendo poco a poco del mercado laboral, lo cual no es muy complicado con lo insoportable que es, pero eso te hace más insoportable volver. El octubre pasado estuve a la deriva y las pasé canutas y me encontré protegida y cuidada por los amigos. Pero siempre estás pensando: aquellos cabrones que no se vayan porque, si se van, me quedo sola otra vez y estoy… O sea, que sí que hay una familia y una familia tiene cosas chungas; tiene también cosas maravillosas, porque todo lo compartes y todo prolifera, pero también chungas como un lenguaje común, una autorreferencialidad. Otra cosa que ha pasado es la relación con la asamblea okupa, porque criticábamos ciertos perfiles, el rollo identitario, el rollo del trabajo de barrio. Y ahora yo soy colega de okupas más que antes porque son los míos; te entiendes porque dices: necesito tal llave para hacer una perforación para cortar el agua y es gente que tiene las mismas herramientas que tú. Y te encuentras a uno que te pregunta qué tal vuestro proceso y te explicas el proceso legal mutuo y acabas saliendo de fiesta por los centros sociales y poco a poco toda esta imagen que rehuías te contamina y un poco te sientes parte y te ves levantándote a las ocho de la mañana para ir a parar desalojamientos, aunque sepas que es inútil, aunque lo haces por solidaridad con otras casas ocupadas. Un poco sí, dejas de ser vecino y te conviertes en okupa aunque no lo quieras. Luego, todo esto lo hemos vuelto a cuestionar y siempre lo hemos estado revisando…

VICENTE:  Te das cuenta que hay una serie de gente en la ciudad que no está totalmente de acuerdo con ello, que son espacios arrebatados, que la relación con el dinero es otra, es una manera de relacionarse con las cosas que te acerca a la gente que tiene esas mismas relaciones con las cosas. El resto de la gente tiene en la ciudad otras maneras en las que cualquier paso pasa por el dinero aunque nosotros también vamos a bares, no sólo a casas okupas.

GLÒRIA:  De hecho, los okupas a nosotros nos llaman pijos, post-obreros, negrianos, porque como hemos estado muy metidos en el MayDay y hay toda esta idea de que el MayDay es una importación italiana. Dicen, entonces, que Miles es un colectivo negriano o negrista…

PINTO:  El año pasado, cuando se sacó la pegatina de Delicatessen, hubo mucha polémica porque eso de reivindicar cierta calidad de vida y un cierto lujo y gozo. Fue criticado porque parece que como militante hay que estar sufriendo, lo de delicatessen se toma muy mal en los sitios

GALA:  Hablar de la relación con el resto de okupas quizá es generalizar demasiado, pues la relación con el resto la vivimos cada vez de forma diferente. Porque, en una misma casa, hay cosas que yo no me puedo creer que se puedan hacer, porque a mi me ponen los pelos de punta. Vamos a casas okupas porque forma parte de politizar la vida. ¡A mí no me da la gana de pagar ocho euros por ir a bailar a un sitio!

E.B. (MARINA):  Para cambiar un poco la perspectiva y entrar en el segundo hilo de cuestiones que os queríamos plantear acerca de la relación entre Miles y la ciudad, parece claro que hay dos aspectos clave de Miles que son la cuestión de la vivienda y la cuestión de la precariedad. Son los dos frentes de guerra social para cualquiera que viva en esta ciudad. Lo que varía es cómo se atraviesa esta guerra y cómo la soporta cada uno. Miles apostó, como proyecto, por ser una okupación de precarios. Esto os inscribió en el territorio metropolitano y en la politización difusa que puede haber en esta ciudad. ¿Cómo seguís actualmente en los frentes abiertos que hay vinculados en torno a la cuestión de la vivienda y de la precariedad tanto desde la casa como desde las movidas en las que podáis estar?

ALBERT:  Yo creo que la gente de Miles siempre está en lo que pasa, (seguro que hay cosas que pasan que son interesantes y no nos enteramos). Pero en precariedad y vivienda sí estamos, creo yo, en todo lo que se hace. Por un lado, mucha gente de aquí colabora con el MayDay. Respecto al tema de la vivienda, trabajando la okupación en sí nos hemos puesto con gente de aquí a hacer seminarios sobre vivienda y a hablar sobre estas cuestiones, a encontrar material y a trabajar con el tema de la Oficina de Okupación, que es una herramienta nacida de la Asamblea de Okupas de esta ciudad, herramienta interna de asesoría técnica y legal a las casas okupadas pero también quiere ser un paso más en las okupaciones para recuperar un espacio político que vemos que se está perdiendo. Es un modo de enfrentarse al tema de la caducidad, de que las okupaciones duren muy poco tiempo, intentando ganar espacio social, haciendo campañas de prensa reuniéndonos con toda la gente que se interese por el tema de la okupación, creando una herramienta que pueda sacarlo de los espacios sociales en los que estamos acostumbrados a verlo. Y en todo este magma nos estamos poniendo en contacto con todas las cosas que hay en el Raval, en el Forat de la Vergonya, y en todas las luchas que hay en torno al territorio, sobre todo las que tenemos cerca, pues casi siempre comienza por relaciones de cercanía. Un poco en broma, las discusiones que teníamos en la casa eran: todos estamos pensando en cuál es la cuestión que hará que nos juntemos, que demos un salto político, que nos haga hablar de algo más que de nuestros problemas internos, de nuestra guerra, de nuestra cuestión y lo fue el de la vivienda y hacer del MayDay un proceso, que nos puso en contacto de trabajo con el resto de okupas, de asociación de vecinos y entonces la dirección ya era ésta.

GLÒRIA:  La Oficina de Okupación era una idea que nosotros, cuando comenzamos con el proceso de Miles, veíamos medio en coña, como una especie de inmobiliaria okupa, para incentivar a la gente a que okupara cada vez más, para vulgarizar la okupación, ya que el problema de la vivienda es un problema compartido y el gesto de okupar es una forma de reivindicación de la vivienda que tiene sentido, para poner este tema en el centro, para hablar de precariedad. La Asamblea de Okupas tenía también la idea de hacer una Oficina de Okupación, así, se juntaron las dos ideas y formamos la Oficina de Okupación actual que tiene como varias caras: interna, de intercambiar material, asesoramiento legal y estábamos intentando crear una comisión para llevar esto de la vulgarización de la okupación y luchar contra la violencia inmobiliaria, que va desde el desalojo de una abuela hasta el hecho de que la hipoteca no te permita vivir la vida, ¡que es también una forma de violencia inmobiliaria! Todos formamos parte de un conflicto común y nosotros, lo que queríamos era politizar este conflicto y llevarlo hacia delante. Pero es muy difícil…

ALBERT:  Es imposible, en una asamblea de vecinos, hacer denuncias aparte del propio caso de mobbing, el de la vecina, y mucho más el de la ciudad, y más todavía pensar qué se puede hacer con un okupa, y más todavía pensar qué se puede hacer con aquel vecino que no sufre mobbing, que no sufre nada, pero que está harto de pagar tanto dinero de alquiler, poder hacer algo…

GLÒRIA:  Pero lo estamos intentando…

ALBERT:  El problema lo ve todo el mundo; nadie puede decir que no utiliza las pelas y no necesita una vivienda…

GLÒRIA:  Una de las cosas que queremos hacer desde aquí es utilizar la okupación para hablar de la vivienda, para hablar de la precariedad, de cómo la marca Barcelona influye en la distribución del territorio, de la vivienda. Estamos en esta comisión y tenemos alguna idea que ya os explicaremos.

VICENTE:  Hay como dos líneas en el tema de Miles. Una, la del mismo nombre «Miles de Viviendas», miles de viviendas vacías: el tema de la vivienda, como base de temas relativos a la vida como el precio de la comida, del trabajo, del tiempo. A partir de aquella pregunta ¿cuál es tu guerra?, nos dimos cuenta de que la precarización de la vida era lo que más nos afectaba. Frente a la precarización y contra ella surge la cuestión de las prácticas de fuga de la precariedad. Porque desde el principio, y por las discusiones que hemos tenido, no estabamos de acuerdo con la formulación del precariado como sujeto político latente, como forma de enfrentar la precariedad en tanto que nueva forma de dominación. Entendemos la precariedad mucho más como un efecto del poder, como una condición impuesta. Entendemos que nadie se quiere reconocer como precario, no es algo que te revaloriza, por eso estamos luchando contra la precariedad y llevamos a término prácticas de fuga de la precariedad como reapropiación indirecta de renta. Estar juntos nos ha permitido llevar a cabo estas prácticas, cogemos el espacio como condición de encuentro, el hecho de ir a robar, desde ropa hasta alimentos hasta lo que sea, las cosas necesarias para construir tu vida, y el hecho de hacerlo en banda, son cosas que solos o aislados no podríamos haber hecho de la misma manera. Esto es politización de la existencia. Nos dimos cuenta de que la precariedad era algo sobre lo que a nivel de la metrópolis se estaba discutiendo: Y en el proceso MayDay, la recuperación del 1.º de Mayo como momento de visibilización de las luchas contra la precariedad, nos hemos metido mucha gente. Serían como dos patas: prácticas de fuga de la precariedad a nivel cotidiano y colectivo, con la toma de edificios como dispositivo básico, y la lucha contra la precariedad, por ejemplo en el proceso MayDay, intentando reseguir esta nueva forma de dominación.

Después estaba el tema de los vecinos en los seminarios de vivienda, intentando profundizar en el hecho de que el precio de la vivienda era una de las cosas que precarizaba más y en el hecho de que darnos vivienda nos libraría de una parte de este precio insostenible de la vida; intentar estudiar qué pasa con la cuestión del urbanismo, del espacio publico, planteándonos estas cuestiones con la coordinadora del Raval y otros grupos de vecinos que están resistiendo. La voluntad de hacer una carta de derechos de la vivienda que la regulara, intentando politizar esta cuestión que se vive individualmente pero que es una cuestión política o politizable, y que es una de las partes determinantes de este conflicto transversal que es la precariedad.

GALA:  Yo creo que lo importante, sobre todo para mí que no había hecho política antes, es que viertes una mirada diferente sobre la ciudad, y ves de otro modo tus derivas por la ciudad una tarde de paseo…

IMANOL:  Cuando hablaba de los miedos, me refería a la cuestión de qué se puede pensar y qué se puede dejar de pensar viviendo de esta manera…

GALA:  Puedes, pero estás dividido, no puedes ya volver a tu piso.

E.B. (SANTI):  Se me ocurren dos cuestiones: qué pensáis vosotros de la politización de la lucha de la precariedad, dado que se vive individualmente. ¿Os imagináis un horizonte de lucha total contra la precariedad o siempre serán «fugas»?

CHRISTOPHE:  Yo no hablo tanto de «fugar la precariedad» porque no es que haya un afuera al que estemos intentando llegar. Yo creo que se trata más de desprecarizarnos colectivamente porque, a nivel individual seguimos en la misma precariedad económica, en la misma inestabilidad. Pero, poniendo eso todos juntos sí que somos ricos: hay comida, hay posibilidad de hablar con los otros y yo creo que aquí sí que se puede proyectar, no tanto una politización de la precariedad pero sí enfrentar esos problemas que son comunes. Inventamos herramientas para salir de esta precariedad en la vida cotidiana, día a día, esa condición que nos imponen.

E.B. (MARINA):  Pero, por ejemplo, un MayDay en el que estamos todos embarcados. ¿A qué apunta para vosotros?

E.B. (SANTI):  El Mayday es una manifestación unitaria; en última instancia, en las jornadas quedó claro ¿Cómo hacer que no se agote en esto la lucha contra la precariedad, más allá del grupo de amigos que se desprecariza? ¿Cómo lo veis?

CHRISTOPHE:  No como solución pero sí como práctica que los demás también se pueden agenciar.

E.B. (TONI):  Yo haría la pregunta de otra manera. Hoy la lucha contra la precariedad se puede hacer como lo hacéis en Miles, pero también sabemos que hay otras formas de politización de la que a mí ahora se me ocurren sólo dos. Por ejemplo, el caso del 11-13-M y la asociación de afectados del acto terrorista. Todas estas formas de politización ¿cómo las veis desde vuestro lugar, ejemplo de desprecarización y de politización? Nosotros estamos en ello, en ver cómo se cruza todo esto de la politización y si es que hay una nueva politización.

E.B. (MARINA):  Yo añadiría otras politizaciones y otras precariedades, porque también es importante pluralizar la precariedad ya que un tipo de precariedad permite apuestas como ésta pero hay otras precariedades que sabemos que no, que tienen que inventar otras, como inmigrantes sin papeles. Cuando se hace una manifestación nos ponemos bajo un problema común, pero las formas de atravesarlo necesariamente van a ser muchas, y está bien que lo sean…

CHRISTOPHE:  Pero puede haber herramientas comunes en tipos de precariedad diferentes, como reapropiarse de la riqueza, de las cosas que nos han robado, no creo que la nuestra sea ejemplar, simplemente es la nuestra.

GALA:  Yo nunca he pensado que nos pusiéramos como ejemplo porque hacer política es transformar tu propia vida y en ese sentido no te pones como ejemplo. Puedes señalar lugares o abrir puertas…

E.B. (SANTI):  Pero yo creo que decir que la política es suficiente con transformar tu vida y con esto tengo bastante… es que Miles es mucho más que esto, porque sino… Lo interesante es más allá de esto, o lo que esto hace posible. Es en este punto donde empieza lo decisivo.

VICENTE:  Como dije antes, habría como dos patas: a nivel de MayDay, yo hablaba de fuga pero no es porque te vayas a ninguna parte sino porque te estás quedando aquí, te permites quedarte en el sitio pero arrebatando, cruzar la línea de lo no permitido. Pero acerca de si es politizable a nivel general la cuestión de la precariedad, yo tengo muchas dudas. Creo que es un modo de enunciar un conflicto que se puede presentar como transversal, que afecta a mucha gente de diferentes maneras. Sin embargo, todavía no hemos creado un dispositivo político o comunicativo para llegar a toda esta gente. Tampoco veo qué cantidad de energía o importancia tendría que tener esa especie de politización o de trabajo más general, a nivel metropolitano, más allá de creer que puede ser así, de trazar contactos, de ponerse en relación. Una cosa que es muy interesante son las movilizaciones de los inmigrantes y su relación con una precariedad que es más intensa. Aún saliendo más de diez mil personas a la calle, hay muchas más que no salen. Pero, ¿cómo se hace para politizar esta precariedad? Pues es algo que está abierto y que tiene que seguir investigándose. Es una parte de investigación-acción, de ver qué tipo de reflujo puede haber, cómo se llega a ese malestar. Actualmente las prácticas de fuga de la precariedad –que no sería irte tú, sino qué se fugue el mundo, precisamente aquel, parcial, que te reapropias–, no es que sean suficientes, porque nos interesa la política en la metrópolis, pero ésta no la entiendo sin politizar mi vida. Por esto hablaba de dos patas, que ambas tienen relevancia, tanto una como la otra. Por eso, tiene una repercusión que estemos aquí en la ciudad, aunque sea cada uno haciendo una cosa, que se generen materiales, que estés en contacto con otra gente porque actualmente hay mucha gente haciendo cosas pero de un modo muy autónomo, sin que haya esa transversalidad o esa politización general a no ser de modo muy difuso. Y esa manera da fuerza y riqueza a los colectivos.

GLÒRIA:  Yo no sé contestar a la pregunta. Me parece que la figura del afectado que sale a la calle, siempre que se ha creado, se ha producido desde una gente que no es la nuestra como en la guerra de Irak, o la última, el 13-M. Y el reto sería encontrar esta figura del afectado a partir de un acontecimiento que creemos nosotros. Y un poco la idea es ésta: tomar la lógica del afectado, que en principio es poco potente pero que es válida, en un momento en el que politizarse no puede pasar por una conciencia. La única herramienta para una politización que no sea anecdótica, de grupúsculo; parece ser ésta: que una cosa me afecta, y como me afecta, me tiran la casa abajo en el Carmel y hago una mani por la ciudad. MayDay quiere interpelar a este afectado desde fuera del gran acontecimiento, pero de lo que está afectado es de no poder salir con los otros a la calle, está afectado de precariedad, que quiere decir eso: sentir que tú cargas con tu propia vida, y que tu vida es culpa tuya. A alguien que está afectado de esto, ¿cómo le dices que salga a la calle? Es autocontradictorio. Yo creo que vale la pena apostar pero intentando que el concepto no nos paralice. La mani del año pasado fue tremenda, pero no era la misma composición del 11-M, que era alucinante, porque estabas al lado de un abuelo con un niño, diciendo lo que tú decías, las calles en ebullición. En el MayDay, los sindicatos, los grupos, los colectivos iban juntos porque tácticamente todos intuían que se producía este reflujo pero, aun así, el análisis de que se está produciendo una precariedad de la vida, es válido.

MIGUEL ÁNGEL:  Nos agarramos a ese concepto porque no hay otra cosa, pero se podría hablar como de dos nociones: una, el precariado y otra como una condición del ser. Precario sería el único modo de ser en esta sociedad, pero ésta es tan amplia que no nos deja actuar: nos permite ver qué pasa en lugares diferentes pero no nos permite intervenir en nada. Es válido como clave de investigación y creo que, aunque merece la pena intentarlo, en este MayDay, sólo servirá para hablar de precariedad laboral y poner en el centro el trabajo, debido a un uso de la palabra misma.

GALA:  Para mí el término, al principio, tenía un problema: todo es precariedad o nada es precariedad y se bloquea. A lo mejor una táctica por dónde ir es lo que hablábamos de quitarle centralidad a la idea de precariedad y ver hasta qué punto es una excusa para salir a la calle juntos. Hay que ver cómo se puede estirar esta excusa para ver cómo se puede jugar con ella y recomponerla.

VICENTE:  Hay que tener en cuenta que en la web de Euro Mayday, cuando miras la lista de ciudades, ves que el tema de la precariedad está tocando de un modo muy amplio. El año pasado se hizo en Milán y Barcelona y este año ya en toda Europa. No todas tiene una web pero es curioso ver que hay diferentes maneras de enfrentarse al problema y al concepto: en Amsterdam de un modo, en Londres de otro muy diferente, más semejante a lo que se está haciendo en Barcelona. Es un proceso abierto y sí que es algo que la gente está sintiendo en sus bolsillos y en la vida que puede vivir.

MIGUEL ÁNGEL:  Pregunto, el MayDay, esa manifestación, ¿tiene que ver con la caída de los antiglobalización?

GLÒRIA:  Sí. En términos coyunturales podría ser como el final, el reflujo de un ciclo de protesta, como la última cosa que queda…

MIGUEL ÁNGEL:  ¡¡O una nueva!!

ALBERT:  El MayDay, si acaso, es el reencuentro para mucha gente que dice que con los antiglobalización se pueden hacer cosas. El tema de la precariedad es la dificultad de que sea un proceso; la MayDay es una manifestación y nos podemos poner todos bajo una sigla pero comenzar a poner a todos los inmigrantes en casa y empezar a trabajar con ellos, se comienza, pero es muy complicado, y empezar a recombinar las cosas que se dicen y las cosas que se hacen, es difícil. Pero bueno, si da de sí la palabra, la palabra servirá, pero sino…

MIGUEL ÁNGEL:  Yo me he dado cuenta de que en la última reunión, los inmigrantes no hablaban como en el MayDay anterior…

GALA:  Es que en el MayDay anterior teníamos a Norma, que habla distinto que los otros inmigrantes…

MIGUEL ÁNGEL:  Sin conocer mucho el mundo de los inmigrantes, yo creo que uno viene aquí y lo que quiere es trabajo, una vida digna entendida como poder pagar el piso…

VICENTE:  También quieren derechos sociales. El hecho de estar en esta lucha les pone en situación de un encuentro diferente, que no quiere decir que vayan a hacer la revolución, pero no es que sólo quieran trabajo y que no puedan hacer nada más.

CHRISTOPHE:  Sí, los carteles que mostraban decían «no somos mano de obra». Es cierto que buena parte de los que se encerraron están solamente obsesionados con eso: seguir la vía del obrero español. Pero ahí lo interesante es el proceso. De repente, no se juntan con la gente de Comisiones, sino con otra gente, y el sueño que ellos tenían al venir aquí… Ya no quieren sólo eso, así, de este encuentro pueden salir cosas interesantes…

VICENTE:  Si quisiéramos hablar de una nueva politización y de una cuestión que atraviesa diferentes conflictos, que sería transversal, quizá precariedad no sea la palabra más indicada. Quizá se trataría de imaginar, de pensar esas formas de politización para poder encontrarte y hablar de esas cuestiones con otro tipo de gente. Las formas que hemos llevado últimamente no llegaban más allá de unas miles de personas. Sería cuestión de inventar una nueva forma de politización si realmente vemos que la gente que salió a la calle contra la guerra no fue sólo por la guerra, sino porque había un malestar que les hacía salir a la ventana a dar cacerolazos. Si luego vemos que con las nuevas formas de politización no llegamos a esa gente que volvió a recluirse en casa, habría que pensar otras…

IMANOL:  Yo creo que todavía no se ha visto la utilidad del concepto de precariedad como herramienta. Lo que se está haciendo ahora, el mayor esfuerzo, es bajar el adjetivo para ver si es aplicable a las vidas, precarizadas. Como se ve en los trípticos, se está intentando ver si sirve, pero todavía no se ha visto. El malestar está, eso lo sabemos, pero ¿esto nos vale para nombrar ese mal general con el concepto de «precariedad» y que cada uno haga los vínculos con su pequeña historia?

E.B. (MARINA):  Al hilo de lo dicho sobre las nuevas formas de politización y retomando la cuestión de si el MayDay es o no un punto de llegada donde se retoma lo que se ha hecho en el movimiento antiglobalización, una de las preguntas que os queríamos plantear es hasta qué punto nos sirve hablar en términos de movimiento cuando pensamos en las formas de politización. La globalización era un movimiento, o movimiento de movimientos. Con todos los matices que queramos, ha habido un movimiento, un movimiento antiglobalización; ahora el MayDay –y se ve cuando describís la web del Euro MayDay– lo parece pero quizá ya no es la herramienta más útil para estas nuevas formas de politización o para la posibilidad de construir espacios comunes para tratar la precariedad o otros problemas que puedan ir tomando cuerpo. ¿Qué pensáis de esto? ¿Miles es parte de una politización difusa que se autoconcibe como movimiento? ¿Es útil pensar las nuevas formas de lucha en términos de movimiento político?

GALA:  ¿Lo dices en el sentido de cómo articularse o cómo llevar a término prácticas?

E.B. (MARINA):  Una cosa y la otra. En el sentido de explicarse, de proponerse como movimiento, o no. Las formas clásicas de politización pasaban por consolidación y ampliación de movimientos. Los que nosotros conocemos, mucho menos. Y al menos hasta antes del movimiento antiglobalización, los que estábamos en colectivos tampoco entendíamos nuestras intervenciones en términos de movimiento. El movimiento antiglobalización replantea la idea del horizonte del movimiento como horizonte de la politización, desde prácticas diversas, desde colectivos diversos pero hay un movimiento que funciona.

MIGUEL ÁNGEL:  Lo de «otro mundo es posible» no podía durar mucho porque no se lo creía mucha gente…

E.B. (MARINA):  Pero no sólo eso, ahora desde colectivos diversos, casas okupadas, grupos de resistencia, ¿esperamos construir un movimiento aunque sea desde formas diversas de organización, o no? ¿O ya no sólo no lo esperamos sino que no sirve para captar, para analizar los posibles focos actuales de politización? Nosotros hemos dicho muchas veces, cuando hemos analizado el 11-M, que son fenómenos de movilización pero no son movimientos políticos lo que sacude hoy el tablero político porque no pasan por la conciencia. Hasta dónde podemos llevar este análisis? ¿Hasta dónde funciona así? Estas nuevas formas de politización que pasan cuando estalla una bomba, cuando un gobierno miente, cuando okupas una casa…

MIGUEL ÁNGEL:  Un movimiento se puede articular cuando hay otro lugar donde ir, a otro mundo posible, mientras hay esa esperanza se puede, pero desde los ámbitos en que nos movemos, creo que hace tiempo que no…

IMANOL:  Sí que vale si hay un lugar del que irse…

MIGUEL ÁNGEL:  Eso vale para ti, pero para el que va a cobrar el paro… y se le acaban los meses…

ALBERT:  Yo creo que lo de los movimientos es algo que viene puesto desde fuera, algo mediático, desde el reconocimiento social, para ser reconocidos por los políticos, para que puedan hablar de «movimiento okupa», por ejemplo. Pero a nosotros no nos sirve de mucho. Igual nos gustaría para salir mucha gente a la calle, pero es imposible. A mí es lo que me pasa, que no me sirve de nada. Pero, cuando hablan de movimiento, es cuando se pueden generar experiencias que movilizan la vida de la gente y cuando tú tienes ahí algo a incidir.

E.B. (MARINA):  Yo creo que muchos de los problemas están sobre la mesa. Para mí no está resuelto diciendo que no esperamos nada. No existe un horizonte total de esperanza, vale, pero sí se hacen cosas que siguen una tendencia. Con la lógica más subversiva que quieras, pero…

MIGUEL ÁNGEL:  El otro día en la televisión, a propósito de todo el tema del Papa, hablaron de los evangélicos en México, y decían que hace unos años eran 18000 y ahora son ya 18 millones. ¿Es eso un movimiento?

E.B. (TONI):  Sí, eso es un movimiento y además muy organizado.

MIGUEL ÁNGEL:  Cuando tú, Marina, viniste de Brasil, lo que yo vi eran diferentes iglesias que curaban diferentes tipos de males ¡incluido el de la precariedad! Pero, ¿qué aparato de marketing tendríamos que tener para dotar de sentido a la gente que no sabe que se ejerce una violencia sobre él cuando está pagando la hipoteca?

GLÒRIA:  Yo creo que todo lo que pasó los últimos años desbordaba el movimiento. Que sí que había gente con voluntad de crear movimiento pero lo que le daba riqueza era justo lo que no tenía el movimiento. Hemos visto las ciudades europeas llenas de gente, y yo eso no lo había visto nunca. Eso desbordaba absolutamente…

E.B. (SANTI):  Yo inscribiría esto en un debate muy complejo. Estamos siempre obligados a pensar en términos de sujetos políticos. Si lo de la precariedad lo ponemos en el centro y nos lo tomamos en serio, hay que innovar mucho conceptualmente y en prácticas. Y cuando decía que hay una dimensión individual y otra colectiva, eso pasa, la lucha contra la precariedad incorpora este doble horizonte, o como queráis llamarle, que antes no estaba. El movimiento obrero no era así, había una conciencia de clase que era tranquilizadora y la conciencia política hoy no tranquiliza, realmente te deja a la intemperie. Creo que habría que repensar esto.

GLÒRIA:  También ha habido la tentación durante un tiempo de pensar como que sí, que podría darse una transformación. No hay esperanza pero de repente pasaban cosas que parecían subvertir categorías. Parecía que, de repente, sí que se estaba constituyendo algo, que se podía leer alguna especie de forma constituyente. Ahora parece otra vez que no. Pero, como ahora estamos siempre hablando de luchar contra la precariedad, y cualquiera habla de derechos, de formas de mitigar esta precariedad, eso trabaja en un horizonte emancipatorio y es un poco extraño estar hablando en términos como de horizonte emancipatorio cuando… y tiene peligros también.

E.B. (MARINA):  O defensivo en plan francés: defensa numantina de privilegios adquiridos.

GLÒRIA:  Pero, por otro lado, hay una parte interesante que es la parte de subversión que ofrece la precariedad. Las condiciones actuales nos permiten formas de fuga interesantes. Aquel marco del trabajador fijo con la vida definida desde que empezaba a trabajar y hasta que se jubilaba, eso se ha roto y hay toda una masa de gente, sobre todo gente joven, que está realmente a la intemperie, sin una carrera profesional, y eso abre muchos agujeros, abre voces que no tienen una adhesión inmediata. Un mundo de gente que no depende de nadie, que no le alimenta el Estado. Y aquí sí que hay un material que es interesante, esta parte alegre de la precariedad: en cierto sentido estamos en unas condiciones que nos permiten vías de fuga.

La crítica al trabajo tiene una parte muy potente en eso, en que si actualmente ya no es necesario que estemos todos ligados al trabajo y que nada más se reproduce como una forma cultural más nada, entonces sí que está la alegría de que no necesitamos trabajar tanto para mantener este mundo…

E.B. (MARINA):  Teníamos una última pregunta… ¿Miles os ha dado una pista sobre nuestro gran enigma: cómo hacer de la vida un desafío?

GLÒRIA:  Sí… ¿no? un poquito… Recuerdo un día en que estábamos en la terraza de Miles de Sardenya, habíamos subido allí después de una fiesta en la que la gente había entablado unas relaciones muy bonitas, y así, de subidón, Marc empezó a cantar «hemos ganado al capital»… Y, en ciertos sentidos, hay momentos en los que sí que lo sientes, que es un desafío que sí que tiene fuerza; en la Barceloneta, mirando los barcos, tomando el sol en la terraza y pensando que esto nos lo hemos cogido nosotros, todos juntos…

VICENTE:  Hacer de tu vida un desafío es hacerlo con amigos y este desafío es llevar a término unas prácticas que, de repente, te das cuenta que puedes hacer. Es la línea de lo no permitido, hacer un desafío con tu vida es alejar esta línea, y apropiarte de riqueza, dejar atrás este aislamiento como forma de vida que nos han impuesto…Estas prácticas, después de ponerlas en común, te das cuenta de que estás desafiando algo, convertir tu vida en un desafío a tu vida misma…

GLÒRIA:  Es también como llevar una piedra en el estómago que pesa, que duele, que da miedo…

GALA:  A veces cobra otra forma, como la sensación de que esto no es real, como si estuvieras jugando…

GLÒRIA:  Sí, es como jugar a las casitas. A veces estamos aquí en la casa, cocinando y es como eso, como si estuviéramos jugando a las casitas, decimos a veces.

E.B. (TONI):  Pero, para poner una nota de contrapunto. A propósito de este desafío, a pesar de todo, siempre está la sensación de que, en última instancia, siempre la hacéis desde un plano personal… con eso de la piedra en el estómago… el desafío tiene también siempre un carácter muy muy personal aunque se haga con otros compañeros…

IMANOL:  Sí, se trata de ver qué vida soy capaz de vivir…

VICENTE:  Sí, el desafío tiene hoy en día un carácter muy personal a pesar de que se haga con compañeros.

GALA:  Pones en cuestión muchas cosas del orden establecido en tu propia vida. Yo tenía el miedo de ser absorbida por la Barcelona multicultural. Pones la potencia del desafío en tu propia vida. Es lo que más me costó: irte construyendo en tu propia vida.

GLÒRIA:  Recuerdo que la vecina de Sardenya, al principio tenía una mala leche… siempre gritando y su marido no nos hablaba, pero al final nos hicimos muy amigos de ella (que, por cierto, se ha muerto, de cáncer, yo creo que el proceso de mobbing que sufrieron la hizo polvo, no sobrevivió). Un día nos dijo: «¿Por qué creéis que mi marido grita tanto? Grita de rabia, de impotencia, de no haber hecho él esto que estáis haciendo vosotros ahora, de haber tenido que trabajar toda la vida.» Yo creo que sí, que en el fondo en un nivel pequeño formamos parte de la marca Barcelona…

ALBERT:  ¡Pero no somos paisaje cuando hablas con la señora de al lado y se da cuenta de que pinchas la luz, que tienes un morro que te lo pisas y que le encanta hablar contigo! Y eso no soy yo sólo…

GALA:  Es que una manera es crearte un aura okupa de creerte mejor porque te atreves a una serie de cosas, por tener una casa gratis, por no pagar luz, pero hay otra también que abre un mundo a la otra persona que acaba diciendo que no quiere pagar una hipoteca como tú. Así, por una parte, a veces se crea rechazo o se abre un mundo.

VICENTE:  Recuerdo un día, con una familia con hijos, así, la típica familia tradicional, después de una discusión horrible que tuvimos, al final dijeron algo como que «esta semana he comprado el euromillón, 64 millones de euros». Y luego, nosotros colgamos el cartel de «ex –hipotecados» al llegar a la casa y el de «Miles de prácticas piratas barren metrópolis oceánicas»…

(Aplausos…)

E.B.:  Vale, muchas gracias.

M.V.:  Nada, «un placer»…