EL día en contra: contar el día
Un diario compartido
Este diario es fruto de un ejercicio de escritura colectiva y anónima. Fue escrito a lo largo del año 2003 por todos aquellos que mandaron a la web de espai en blanc su “día en contra”.
31 Enero 2003, 21:04
Me acerco a otra persona. Está en el mismo turno, a la misma hora, biológicamente en el mismo sistema. Se activa el mecanismo: palabras de pregunta, palabras de respuesta. Pero siempre hay más. Un gesto indicador de la potencia, una distancia fría como la muerte. Me acerco a otra persona en la distancia, que es siempre la misma.
Asumida la distancia, vivo. De hecho, estoy viviendo. Llámalo vida, sí. Afectado o infectado
4 Febrero 2003, 13:38
Pensar es clasificar. Más todo pensamiento ha sido ya ordenado, estructurado y cabalmente disuelto en papilla digerible. Comes. Lo que no se espera es el malestar, la indigestión, la devolución del pensamiento convertido en otra materia: mira aquí, esto es lo que me han dado. Y bien, clasifícalo.
8 Febrero 2003, 23:04
Esta vida tiene además un carácter irónico: hacemos para ella casas o rascacielos y ella nos devuelve más piedras y finalmente arena. Lo que hago uno en la vigilia está ya separado ahí fuera.
11 de febrero 2003,12:21
Me despierto con una ausencia, Con su ausencia, Más que un malestar, el peso del cuerpo. Desesperada, una mirada tranquilizada por El tranquilizante de anoche, observa el Espejo vacío. Pensar en una felonía imposible ya no Sirve para moverse. El ánimo no encuentra apoyos reales, Sólo quimeras imposibles, que se estrellan Frente a las obsesivas cuchillas de la espiral Asesina de una ausencia sin nombre. Ir a trabajar. Estar en el trabajo, Risas de muerte, Ella que llora y envejece. No llores, llorar no sirve de mucho. Llora si quieres. Buscar entre los alimentos aceitosos, ¿dónde irán a parar los alimentos que entran? El vacío se llena de comida, Sigue siendo vacío. ¿dónde está el vacío? Vuelta al trabajo, el e-mail otra vez, nadie me escribe. Pensar en una obra, Una intervención política, Estar con otros, ¿qué hacer?. Nada que hacer. Nadie conmigo. Solo. Pasear, asesinar un niño. El niño muerto mil veces. Volver a matarlo. Una cerveza antes de dormir, Otra, Una pastilla, Dormir, dormir, dormir Y no despertar nunca. No despertar………………………. Suena el despertador junto al espejo vacío. El peso del cuerpo en el Espejo vacío Sirve para moverse. La espiral Asesina de una ausencia sin nombre. Va a trabajar Entre risas de muerte. Llorar no sirve de mucho. Llora si quieres. ¿Dónde está el vacío ? Nada que hacer con los otros. Volver a matar al niño muerto. No despertar Cuando suena el despertador junto al espejo vacío.
11 febrero 2003, 12:37
¿Cómo hacer para no dejarse morir Tan tranquilamente, ordenadamente?. ¿Cómo vivir sin correr más que la Muerte, tan veloz, tan presente?. ¿Cómo estar, si sólo hay muerte, sólo Muerte, tan en todo, tan en mi?. Estoy muerto. Os llamo desde la esquina Del desamparo violado de las mañanas Soleadas. Estoy muerto. Os convoco desde el rincón Sin pliegues de un alma desteñida, vieja, Rota. Estoy muerto. Os juro que estoy muerto Sin hálito, sin fuego, sin risas, sin Miedos. Canto la canción de lo que se aleja De lo pasado, de lo perdido, de lo que Se ha ido. Canto la canción de lo que fue, de Lo que pudo haber sido, de lo alejado, De lo sido. Canto la canción de lo que olvide De lo que no recuerdo, de lo soñado, De lo habido. Y lloro, lloro porque en esta muerte A llorar, sí, a llorar, he aprendido.
14 Febrero 2003, 17:00
Suena el despertador, son las seis de la mañana, puedo esperar cinco minutos mas, como cada mañana estoy que no puedo hablar, los sueños que no recuerdo casi nunca aun flotan queriendo desaparecer, o quizás dejar alguna señal, aunque tengo casi comprobado que solo dejan señales las casas, espacios de casas desconocidos y raros, a veces llenos de gente a veces abandonados, hoy no recuerdo nada. Hace un frío que pela, empezamos el día, un cortado para poder empezar a hablar, tengo la suerte de trabajar ahí al lado de casa, antes de entrar al trabajo, necesito otro café…es en el bar de delante del trabajo, me encuentro con mi amigo, lo llamo “el conseguidor”, porque siempre esta consiguiendo cosas, cosas que le piden, cosas que él pide, mi amigo pide una herradura de chocolate y eso es sinónimo de que anda bajo de moral, nos decimos las bromas de siempre y aparece ya la sensación de lo mismo, él habla de eso. Son ya las siete menos cuarto, hora de entrar, las cartas esperan, bueno digamos que a ellas les da igual, pero habrá que moverlas, el trabajo se hace sin pensar, es automático, cada carta tiene un barrio, cada barrio sus casilleros, los casilleros son calles que vomitan cartas, y estas se ponen en orden; _21, 19, 17, el 12… en fin ya se pueden repartir. Me gusta trabajar en la calle, andar, el trabajo así se pasa rápido, agobia cuando hay mucho y agobia no ser capaz después de tantos años de relativizar, que no hay que correr para acabar, sin darte cuenta corres más de lo que se debería, es así. En el curro cada uno a lo suyo incluida yo que soy autista. somos pocos me caen bien casi todos, cercanas tres personas, mal de verdad una. La suerte de mi trabajo es que a las dos de la tarde, a veces antes, cuando salgo por la puerta no me llevo nada de ahí, es un trabajo que no te deja con el coco comido, se olvida, sólo queda el cansancio en el cuerpo, pero la cabeza lo borra todo hasta el día siguiente. Se acabó por hoy, estoy cansada pero hace un sol agradable, me paro a tomar una caña, eso me relaja, cada día compro el pan antes de llegar a casa para comer, son las dos de la tarde, la mañana pasó. Habrá que comer y hacer un poco de sofá, hoy tengo clase a las cinco y me da tiempo de dormir 20 minutos, hay días que no, horarios indecentes esos que empiezan a las cuatro de la tarde, algo que me define es que después de tantos años, mi introversión no ha permitido hacer amigos en la uni, realmente soy un bicho raro. La clase ha estado bien, reflejo de sentires paralelos a los nuestros, cómo hacer de la vida una experiencia de vida? Escucho las quejas de las palabras que no quieren ser maltrechas, ….Se habló de la idea de que la libertad no esta ahí para hacernos libres, ella es esa cualidad que debemos saber ejercer para hacerla aparecer y existir, habrá que pensar en eso… Vuelta a casa, el metro, el tren, ….en casa está mi amiga Anna ella restaura muebles en un pequeño taller chabola, es hora de salir a tomar una cerveza, es hora de hablarnos de cualquier cosa, hoy a sido un día como el de ayer, seguramente como el de mañana. te dicen que tal? como va todo…la respuesta es bien, como siempre. Y sientes que de alguna manera es así, y también a veces que no que nada está bien que falta la alegría, la locura, la capacidad vital de interrumpir otras vidas, y principalmente la propia.
15 Febrero 2003, 14:30
Aunque el desapego los amigos con sus cosas y el hombre sin su pan se me escapan, no lo dudo, estaré preparada. Y hay un consejo que dice, como si la vida fuera un desconocido amable, que la luna se te puede acercar volando, y sólo con levantar un dedo. Hacía falta decir que no. La certeza es mi melancolía, y me agota y las vísceras me desbordan. La rotura se puede coser, éste es un frívolo juego, a renuncio (por instantes). Desempeño labores a medias con colores decuadrados. No escucho más que gemidos y quejas.
24 Febrero 2003, 14:46
Un laberinto sin salida, siempre ha sido así. El desacierto se produjo por la falta de entendimiento. Aturdirse con vino o lo que sea, sólo me sirve para mear más. Quisiera esquivar este exceso de cautela. Producir una inequívoca repulsa. Todo se debe a un no cumplir con la armonía y aquél cierto desentenderse de lo que duele. Un enemigo se mantiene alerta, en las puertas; cuando estás a punto de hacer el desprecio, ya te lo han devuelto. El mal siempre corre más.
4 Marzo 2003, 19:56
He comido bien hoy. No tengo hambre. Ninguna enfermedad especial. En el metro huele mal. Como en el autobús. Son cinco minutos hasta la primera saturación. Después todo va hilado. Como los días. Si hubiese salida ya la habría encontrado. Aunque siempre puedo complicar el laberinto: hacerme director de cine, ¡las películas que habré visto!- y las calles por las que aun no he pasado. El odio también desprende olor. Lo difícil es ponerle una fecha, un momento y su lugar: estoy aquí en el odio de un día paralizado, buscando instrumentos que transformen mi ansia en deseo. Deseo en vida: materia.
7 marzo 2003, 20:22
El mundo esta lleno de habitaciones. Números que no sabría cómo recordar atrasan una salida de la dinámica monotonía. Doy la patada y se convierte la cifra en agonía después de la risa. Conservo el montón que se acumula por la estremecida corriente de litio-sodio-potasio. Sería lo que fuera si hubiese sido de cualquier otro modo. Pero no. Porque así es. Y si estuviera en el tercio noroeste de algún undécimo planeta, removería a distancia las tripas de aquellos fulanos arrebatados de furor ascético, sabiendo adularse mutuamente las desatadas palabras conquistadas.
17 de marzo 2003, 23:28
acta emocional de una okupación para personas con tiempo y aburrimiento suficientes
No paráis de decirme: “otro mundo no es posible”. Me da igual, no me interesa saberlo porque realmente hay otros mundos aquí y ahora.
Esta mañana me he dormido, pero no he llegado tarde al trabajo, en realidad, es domingo y tengo algo que hacer en la Placeta del Pi. He llegado tarde, no sin antes besar en los labios a la persona que dormía junto a mí para apremiarla con cariño, porque me había regalado una noche preciosa. Lo encontré en la casa que okupamos ayer después del carnaval, aunque nos gusta decir que la “liberamos”. Él estaba mirándome desde hacía días y me gustaba su forma de hablar y me gustaba que estuviera junto a mí cuando derribamos el muro y descubrimos los misterios que nos regalaba el momento, un momento que era nuestro, otra vez era responsabilidad nuestra, se construía ante nuestros ojos con nuestro impulso, sin comprar ni vender, sin apenas convencer, insinuando con la fuerza de un espacio en continuo movimiento, de idas y venidas, de versos y juguetes, discusiones sin buen puerto, guiños, ¿alguien ha averiguado ya que es una guerra de abrazos? Pero muchas de estas cosas las descubro mientras las vivo, ¿una okupación, dices? una vivencia, otro mundo posible por 47 horas más los caminos que permanecen abiertos todavía y están por explorar.
Llegué tarde, pero no importó, me recibieron con una sonrisa y vi niños y vi un montón de turistas que nos sacaban fotos. Increíble, pensé, sacar fotos desde una cierta distancia pudiendo desayunar aquí o pintar o jugar con plastelina como estos niños, como yo, me siento y hago un cerdito rosa y por un momento intuyo que esto no puede durar mucho.
Asamblea, ¿somos más o somos conocidos? Al final no sé muy bien qué decisiones tomamos, alguna relacionada con la posibilidad de que nos echen. En fin, se llama resistencia, hay que amarrarse bien con cuerdas y arneses a ciertas cosas con vocación de efímeras porque en ellas reside una amenaza invisible. No estoy muy segura de que seamos tan peligrosos, pero sí, supongo que lo que vivo como una experiencia increíble es un peligro para los que van tapiando las puertas y ventanas de espacios que amenazan los planteamientos generales y definen nuevas reglas del juego.
Planeamos un par de cosas, por ejemplo una acampada en la puerta de la casa para recibir a la policía y ocupar parte de la plaza fantaseando un poco sobre cómo convertir un espacio público en algo más que un lugar de paso, en un espacio vivo, vivido. ¿En qué se convierte un lugar en el que el tiempo apremia? En un ir y venir, en una marejada, en una pregunta. El mundo al revés, todo el espacio y nada de tiempo.
Redacto algún comunicado y charlo mucho: cómo redimensionar nuestro encuentro, nuestro hueco dentro de la coyuntura histórica (me quedan grandes las palabras) ¿cómo hablar de guerra, de que esto es una guerra, cuando sabes que va a morir gente muy lejos de la Placeta del Pi? Ya digo, hablamos mucho, nos emocionamos mucho, otra vez comida begana y me hago la siesta. (Bien, el amor cansa mucho, sobre todo por las noches cuando hay que elegir entre dormir o amar.)
Me siento mejor, seguimos hablando. Mientras esperamos que caiga la noche, prevemos que caiga la poli. Orit, Oriana y yo improvisamos una lectura “deconstructiva”. En realidad es un chorrada pero la gente se ríe mucho, el público va creciendo y al final me sorprendo a mí misma actuando con gusto. Está bien reírse de la política un poco, de la poesía y de nosotros. La noche es larga, Maite descubre a un secreta, lo miramos y nos preguntamos qué se pregunta y sobre todo si entiende algo, si quiere comprender o si únicamente procesa datos…
Amanece sin sobresaltos, el chocolate está rico aunque mojo dentro el cruasán de sobrasada pensando que era de crema, mezcla inaudita de sabores. Me voy a vigilar las calles adyacentes con P, nos escondemos tras un periódico, nos reímos bastante y cuidadosamente apuntamos la matrícula de un coche de enamorados. Parece que los enamorados cuando se enfadan entre ellos tienen cara de polis. En fin, falsa alarma, lunes 7 de la mañana, las calles siguen puestas y aunque me sorprenda hay gente duchada y peinada que se dirige a su trabajo. Después de todo, parece que el mundo sigue igual, que la normalidad es más poderosa que mi sensación de irrealidad.
El día ha sido largo, me tumbo en en una colchoneta, me despierto en medio de una asamblea de gente optimista, no es el mejor de los despertares posibles así que decido irme a dormir a casa un poco más. No existo, soy un trapo, no puedo pensar y si viene la policía igual ni me entero de los porrazos. Más tarde pensaré que fue un error, después, cuando me despierte el teléfono con la noticia del desalojo me sentiré fatal, en la calle delante de los antidisturbios, me sentiré fatal, impotente, triste y nerviosa y me arrepentiré de haber dormido.
En realidad esto quería ser el relato de un único día, el problema es que las últimas ¿48 horas son? he perdido cualquier percepción coherente que pudiera tener sobre el tiempo y lo que significa que detrás de un minuto vaya otro así hasta sesenta y después hasta 24 y vuelta a empezar. Se me entremezclan horas, minutos y silencios en una maraña de siestas, asambleas, charlas, sexo, política, cariño, juegos y literatura…
¿Y mañana? Me pregunto cómo encontrar la “normalidad” mientras contemplo como tapian de nuevo la puerta y las ventanas del primer piso. Me doy cuenta entonces de lo que han significado en mí estas 48 o más horas. Los ladrillos redimensionan mis vivencias, las sitúan, les dan significado de alguna extraña y estúpida manera. Me asusto al descubrir lo que he sentido porque da miedo asomarse a la esquina de un sueño o a la intución de un sueño y en ese viaje de dos días sin continuidad de horas, para mí no existió nada más que ese momento y ese espacio (y lo que yo creía que significaban) porque no fui capaz de situarme en la linealidad de mi propia historia. Cómo recuperaré ahora el sentido de realidad en la vida cotidiana cuando la cotidianidad es un insulto, cuando la comparación con estos dos días que podrían haber sido uno o mil porque el tiempo también ser regía por otras normas, deje aplastastada contra el suelo de mi día a día la intensidad de la experiencia, y en ese suelo se refleje, como en un espejo invertido, la intuición de lo que podría ser mi vida y no es, porque otro mundo no es posible.
29 de abril 2003, 9:28
3 mayo 2003 10:44
A DOS BANDAS
Mi vida se escapa en los sueños, por eso no quiero dormirme, sé que se irá algo por la noche, algo que no quiero perder. ¿Dónde se va?. Eso lo tendría que estudiar la filosofia. Lo que se pierde, porque nunca vuelve. Cuando me despierto me conecto al dia a dia. ¿Y lo que se escapó?… ¿Está diluido, repartido en mi conciencia?… ¿está en el olvido?… Estamos tan inmersos, por otra parte, en el presente. Y el presente dice NO.
15 mayo 2003 11:24
Las sombras parecen dibujadas en contornos de difusa aspereza. Su persistente presencia, esa cercana incertidumbre nunca igual, me abandona al asombro. Me dicen su movimiento y su oscuridad. Me dicen sin decir nada. Ajenas al sonido sordo del tiempo, dilatan la curvatura y los filos del espejo; de persistentes murmullos -inacabables- que golpean la impavidez cálida del artificio. Los sonidos del silencio desvelan la falsificación del esparcimiento: el recreo dosificado. Muestran, en el fervor del grito, en la guerra que somos por dentro, la renuncia y el olvido del sueño: el ansia de plenitud, el deseo, el querer vivir. Quizá sea el momento de la tragedia: del enfrentamiento cara a cara ante el espejo, de la subversión del yo. Quizá sea el momento de cuestionar al sujeto. Mas aun, de su muerte.