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15.04.2011

La casa invisible está encarantintingulada… ¿quién la desencarantintingulará?

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Escribimos este texto con el recuerdo aún fresco del desalojo e inmediato realojo del Patio Maravillas de Madrid (¡eso sí que es una Noche de Reyes!). Junto a la amplia legitimidad con que ha demostrado contar el Patio en estos días, nos llama la atención un hecho en particular: la importante repercusión pública que han tenido sus reivindicaciones en torno al destino especulativo que esperaba al inmueble abandonado del número 8 de la calle Acuerdo.

Y es que, por más que buena parte de las prácticas de okupación haya aspirado a cortocircuitar y denunciar la galopante especulación inmobiliaria, el Patio Maravillas parece haber llevado esa aspiración a primera plana: en estos días se ha discutido casi tanto del Patio como del propietario del inmueble, Leopoldo Arnáiz, y de sus (siempre presuntas) vinculaciones con diversas tramas de corrupción urbanística (Gürtel incluida). Al calor de este debate, que lograba ligar remotos entuertos especulativos de Telediario y resistencias políticas concretas, se hacía más arduo zanjar la cuestión apelando al habitual alineamiento mediático legalista. Al calor de este debate, en definitiva, el «Queremos el cielo» del Patio Maravillas sonaba más situado que nunca.

Y lo cierto es que hace mucho que aquello de que «el cielo está encarantintingulado…» aterrizó como un rompecabezas de naturaleza plenamente territorial. Pues bien, nos interesa pensar el territorio. Lo entendemos como composición de un medio y una población, pues si la reducción del territorio al espacio condiciona y lastra el pensamiento creativo de disciplinas tales como la arquitectura y las ingenierías, la incomprensión de la profundidad territorial priva igualmente de consistencia conceptual a las disciplinas de lo social. Junto a ello, el territorio entraña para nosotros la construcción-apropiación de un medio, representando la condición de existencia de la comunicación entre miembros de la misma especie, lo cual indica que, aparte de existir ese medio material, existe otro de índole inmaterial. Lo propio del territorio son, pues, estos vínculos entre la segmentación del medio material y del medio inmaterial: agenciamientos. Por último, se deduce de todo lo dicho que el territorio implica, aparte del espacio, el tiempo, entendido como duración y no como sucesión acumulativa.

Ahora bien, ¿hasta dónde nos está dado pensar el territorio? ¿Desde dónde nos está dado pensarlo? ¿Dónde se nos traba la lengua –los lenguajes, los saberes– con que pensarlo? La Casa Invisible de Málaga lleva casi tres años dándonos que pensar para aprender a inventar y manejar las herramientas de construcción de su propio territorio.

La casa invisible…

Para explicar algo de esta trayectoria de reflexión empezaremos relatando cómo ha surgido la Casa Invisible: desde abajo, desde afectos y deseos, desde la acción.

Lo primero efectivamente es el deseo de encontrarse, de verse, de tocarse y hablarse, la urgencia de disponer de un espacio que permita o, mejor aún, que propicie eso. Para todos aquellos que necesitan crear como el respirar. Y desde esa paradójica necesidad, siempre desoída, surge la decisión: nos haremos nuestro espacio.

Pero ¿quién se agazapa detrás de este «nosotros»? Una provocación enigmática, una potencia colectiva que bautizamos inicialmente como Creadores Invisibles. En ella confluyen y se entrecruzan múltiples colectivos, proyectos y trayectorias que, desde su autonomía, venían articulándose en los últimos años en torno al área metropolitana de Málaga.

Que el propio Espai en Blanc forma parte de esa trama de vínculos lo atestigua ya lo reconocidos que hemos podido sentirnos al leer en la introducción del último número de su revista acerca del «problema del anonimato, del anonimato como apuesta colectiva, como fuerza, como posibilidad conquistada de la experiencia de algo común que se abre frente al recrudecimiento de las identidades que fragmentan el mapa del mundo global y frente al estricto proceso de identificación y de privatización que sufrimos hoy como individuos».

Creemos que merece la pena abundar en la configuración de este «espacio de anonimato», y, en este sentido, un repaso mínimamente significativo de las trayectorias que tejen la trama invisible debe incluir un buen puñado de referencias que abarcan al menos la última década.

Entre ellas destacan, por ejemplo, las movilizaciones por los derechos de los migrantes que, por más que hayan trascendido el ámbito local (sin ir más lejos, con la participación en la caravana contra la Valla de la Muerte de Ceuta en 2005 o en la reciente creación de la Red Estatal por los Derechos de los Inmigrantes), han adquirido un singular protagonismo en Málaga vinculado a diversos ejes: encierros de sin papeles, denuncia del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Capuchinos y campaña por su cierre, resistencia activa contra deportaciones a las puertas del CIE, hasta llegar al impulso de las Oficinas de Derechos Sociales y de la Coordinadora de Inmigrantes de Málaga.

Aparejado a estas movilizaciones se halla también el lanzamiento en 2003 del centro de medios independientes Indymedia-Estrecho, que se propone asumir una cobertura alternativa del territorio fronterizo del Estrecho de Gibraltar desde movimientos afines de ambas orillas. De aquí surgió uno de los primeros contactos con el colectivo Rizoma (hoy Rizoma Fundación), cuya actividad en el área metropolitana de Málaga constituye una referencia indispensable que lleva años auspiciando el modo de pensar territorial que aquí nos ocupa. Conformado por profesionales y estudiantes que atraviesan críticamente disciplinas como la arquitectura, la geografía, el urbanismo, la sociología, la economía o la propia ecología, Rizoma se autodefine «como una idea, como una plataforma de encuentro libre y abierto para gente que disfruta cultivando el pensamiento vivo y crítico. Inventamos la realidad desde lo que somos, técnicos avezados en nuestro trabajo, a la vez que críticos de la insolvencia, prepotencia y parasitismo de la tecnocracia».

El incipiente interés de Rizoma por la experiencia previa de centro social que supone la Casa de Iniciativas de Málaga confluyó de un modo especialmente enriquecedor con la colaboración para organizar las Jornadas Críticas de Propiedad Intelectual celebradas en Málaga en 2004 y 2006. Dichas jornadas permitieron convocar en Málaga (con el impulso decisivo de la Universidad Nómada y después de pasar por Madrid, Barcelona y San Sebastián) experiencias de relevancia internacional que propiciaron el debate y la organización en torno al procomún, el movimiento de software libre y el de cultura libre, el conflicto relacionado con las patentes (de software, pero también de medicamentos o industriales), los derechos de autor (redes P2P, modificaciones legales o técnicas) o los diversos cánones. Situado en este contexto, ya no parece tan casual que fuera precisamente la Audiencia Provincial de Málaga la primera que sentenció en 2006 la devolución de 19 céntimos de euro a un miembro de Rizoma en el marco de la Demanda contra el Canon preparada por Javier de la Cueva.

Con todo, buena parte del mérito de estas jornadas (y de otras después) se debe a la complicidad de Santiago Eraso, por entonces director de Arteleku, y de BNV Producciones, responsables del programa «Arte y Pensamiento» de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA). Ambos depositaron una confianza plena en el grupo promotor de Málaga y contribuyeron singularmente a animar, difundir y extender las discusiones suscitadas en esos días.

Otra referencia fundamental en esta relación es la actividad del colectivo Precarios en Movimiento, que desde hace años ha venido apostando por combinar organización, movilización e investigación-acción participativa en torno a las nuevas formas y figuras del trabajo en el marco de la precarización general de la existencia. Así, junto al impulso de diversas campañas y movilizaciones (1º de mayo de los precarios, Málaga no se vende, apariciones de San Precario y la Virgen de la Precariedad en lugares calientes), Precarios en Movimiento ha mantenido una línea de investigaciones, seminarios y publicaciones en torno a estas cuestiones (Otra Málaga…). Entre ellas, en los últimos tiempos comienza a cobrar fuerza el interés por dos ejes complementarios que se perciben como cruciales en nuestro entorno: la precarización aparejada al trabajo cultural, relacional o inmaterial y las traumáticas operaciones de tematización/mercantilización del área metropolitana de Málaga (y, más particularmente, de su Núcleo histórico) destinadas a homologarla y ponerla en el mapa internacional del city marketing.

En este sentido, resulta propicia la confluencia de estas investigaciones en 2005 con Cartac (Cartografías tácticas), colectivo interdisciplinar que se propone explorar las posibilidades que las cartografías del territorio tienen para los movimientos sociales. En este sentido, Cartac ha venido apostando por aquellos aspectos que permiten saltar de producciones descriptivas de conflictos a otros niveles reflexivos o analíticos, e incluso a niveles propositivos que reconduzcan u orienten las prácticas sociales. Finalmente cualquier relación de dinámicas críticas vinculadas a Creadores Invisibles quedaría inexcusablemente huérfana si no concediera la relevancia que se merece a los diversos grupos de mujeres que vienen tratando de recuperar y actualizar los discursos feministas a nuestros conflictos cotidianos.

Así pues, éstas y otras trayectorias confluyen a partir de 2005 en análisis críticos sobre la tematización cultural de la ciudad, acentuada más si cabe con el anuncio a bombo y platillo de la candidatura de Málaga a la Capitalidad Cultural Europea de 2016. Estos análisis acompañan la creciente organización de diversas figuras precarias vinculadas a la cultura en torno a la red andaluza de Precarios en Movimiento. Fruto de todo ello, en 2006 surge el Festival de Cultura Libre como irrupción/interrupción creativa por parte de los «precarios del arte y el espectáculo, vecinos y ciudadanas» de una de las manifestaciones más descarnadas de la «movilización global» made in Costa del Solar: la celebración en pleno Núcleo histórico del Festival de Cine Español de Málaga, apoteosis impúdica de la mencionada operación de tematización/mercantilización.

De este modo, el sábado 18 de marzo de 2006 más de cien personas ocupan el Cine Andalucía, una emblemática sala abandonada junto a la céntrica Plaza de la Merced y en las mismas narices del Teatro Cervantes, donde se celebraban los fastos del día grande del Festival de Cine. Lo cierto es que la sesión continua de música, danza, teatro y proyecciones atrajo al vetusto cine a más de mil personas que, al igual que nosotros, renunciaron a ser barridas bajo la alfombra roja del Festival y prefirieron festejar la recuperación, siquiera por unas intensas horas, de un edificio (hasta entonces) condenado a la voracidad especulativa de cinco estrellas.

Tras este primer éxito, al año siguiente mucha gente está deseosa de repetir y consolidar la experiencia y, organizada ya como Creadores Invisibles, prepara una segunda intervención que no sólo se propone atravesar el Festival de Cine Español de 2007 durante toda la semana, sino que ambiciona permanecer más allá de aquél. Es así cómo el 10 de marzo de 2007 un Taxista Ful llamado Pepe Rovira (con Urbana) nos conduce a las puertas de la calle Nosquera, 9-11, para inaugurar con nosotros el II Festival de Cultura Libre.

…Está encarantintingulada…

Allí espera el fin de sus días de abandono una casa magnífica construida en 1876, por cuyo interior se desparrama una multitud contagiada de la alegría que emana el edificio. Empieza una febril actividad en lo que pronto se bautiza como centro social y cultural de gestión ciudadana la Casa Invisible: se desencadenan desde el principio multitud de iniciativas, rápidamente se organizan cursos, talleres, conciertos, debates, actividades de todo tipo. Nace la Universidad Libre y Experimental (Ulex) y al mismo tiempo se elabora un proyecto cultural que en dos gruesos volúmenes se entrega al alcalde, que ha preferido no precipitarse y oír qué dicen esos invisibles. Se inician las negociaciones, pues el inmueble es propiedad del Ayuntamiento de Málaga.

Aparece muy rápidamente un movimiento de segundo grado: la acción se hace autoconsciente y se dobla con el pensamiento. El devenir social empieza a engendrar cosas que en el lenguaje habitual algún día podrán llamarse producciones culturales. A menudo en forma de preguntas con su filo bien cortante para las que no sirven las respuestas de siempre. Y una certeza se abre camino entre los desgarrones abiertos en la realidad: éste es el lugar justo, en esta casa, en este borde del Núcleo histórico de Málaga donde está llegando la ola tematizadora/gentrificadora. Al menos un punto de apoyo, un lugar-origen para lanzar la pregunta que no cesará nunca de enunciarse: ¿dónde estamos?

La Casa Invisible se ubica al noroeste del Núcleo histórico de Málaga, en el interior de la antigua muralla de la ciudad, cuyo foso era la actual calle Carretería. Esta zona, heredera del trazado urbano medieval, por diversas razones no fue afectada por la reconversión integral de la ciudad durante sus fases de crecimiento, en los siglos xix y xx (ver imágenes). Desde hace un par de lustros el Ayuntamiento de Málaga tiene planes para la remodelación urbana de este espacio deshilvanado, pero con políticas que, al igual que sucede en otras ciudades europeas, impulsan los procesos de gentrificación. Si bien es difícil cuestionar el resultado meramente económico de estas intervenciones, a nivel social y ciudadano las consecuencias son irreparables, tanto por la destrucción del tejido social existente como por las obras de vaciamiento de los edificios con el fin de adaptarlos a los nuevos usos, permaneciendo en pie únicamente las fachadas como piezas de la escenografía urbana.

Partiendo de este análisis, comenzamos a reparar desperfectos, a limpiar, cuidamos la casa como a un amigo que ha sufrido una enfermedad: Ciudadanía y cuidadanía. En su seno crece una trama de afectos de la que es partícipe el mismo edificio. Como decíamos, más que de lo social hablamos de lo territorial, pues la Casa no es algo pasivo, tiene poder, expresa lo que se puede y lo que no se puede. Y sobre todo pone las condiciones para lo que es posible.

Como se aprecia en la descripción gráfica que incluimos a continuación, el edificio se divide en dos partes, la principal que se desarrolla entre la calle Nosquera y el patio, y una segunda que cierra dicho patio al suroeste. La riqueza ambiental de este patio central es única en el entorno urbano, con un gran morero, hiedras y diferentes especies vegetales que asumen total protagonismo en este espacio.

La autoafectación producida por el habitar activo crea una idea de actuación que desborda lo arquitectónico, pues se trata más bien de un conjunto de proyectos relacionados con todo un archipiélago de saberes que ya no caben en el modelo convencional del expediente técnico. Ahí queremos estar, en ese medio fluido e inestable pero que conecta y separa todo.

El siguiente gráfico supone una tentativa de mostrar un corte temporal de la organización que va adquiriendo la Casa Invisible (en torno a asambleas periódicas, comisiones de trabajo que coordinan las tareas de gestión fundamentales y grupos de trabajo específicos), así como de los colectivos y actividades que alberga en su seno (grupo de mujeres, Ulex, Cartac, programación cultural coordinada por Creadores Invisibles…).

…¿Quién la desencarantintingulará?

«Nosotros hacemos la casa y la casa nos hace a nosotros»
(Dicho griego)

En el curso de las negociaciones con el Ayuntamiento de Málaga, siempre ha resultado decisiva la demostración de que la intervención sobre el inmueble que proponemos los invisibles sobrepasa el ámbito técnico-arquitectónico y debe considerarse parte del proyecto cultural de la Casa Invisible, el cual, por lo demás, recibió desde el principio una acogida favorable por parte del Consistorio.

Ello ha supuesto recientemente un renovado impulso al proyecto de intervención en el edificio: el hecho de poder vincular la polifacética actividad cultural y social de los invisibles con su permanencia en el inmueble ocupado mediante su implicación directa en la rehabilitación del mismo se juzga como un logro que acaba de legitimar ante la ciudadanía y las instituciones la continuidad del proyecto en ese preciso lugar. Es aquí donde el ofrecimiento de Rizoma Fundación, junto con Santiago Eraso, para proseguir el proyecto y ejercer la mediación y coordinación entre los diversos agentes involucrados surge como una oportunidad excelente de retomar todas las exploraciones e invenciones anteriores.

Como ya se ha expuesto, el diseño de nuestro proyecto de intervención desborda la mera faceta constructiva y, en primer lugar, y como consecuencia natural de la mera existencia de la Casa Invisible, pugna para que una vida nueva pueble el barrio. Y es que, como defendíamos en el proyecto inicial entregado al Ayuntamiento, la carencia de espacios de relación dentro del centro histórico (histérico) de Málaga podría combatirse con el desarrollo de espacios públicos dentro de las mismas manzanas, al estilo de lo realizado en Berlín a finales del siglo xx. Allí, tras la caída del Muro, el interior de las enormes manzanas heredadas de planes urbanos anteriores se convirtió en una sucesión de espacios abiertos de gran calidad ambiental para las relaciones sociales del vecindario. Esto exigía un compromiso por parte de los habitantes de los inmuebles que conformaban estos espacios, que pasaban a ser partícipes del cuidado y gestión de los mismos.

De forma similar, nuestra intención de recuperar el patio de la Casa Invisible como plaza pública gracias a la apertura de una conexión peatonal entre las calles Nosquera y Andrés Pérez (que sospechamos que pudo haber existido en un trazado urbano previo) aspira a (re)crear un espacio de encuentro propicio para los vecinos del barrio. Ahora bien, para ello es necesario garantizar que no se produzca un éxodo poblacional de los actuales habitantes, pues la intención oficial de reemplazarlos por «gente bien» de alto poder adquisitivo puede transformar la zona en barrio dormitorio o, peor aún, en una especie de centro temático de ocio semidesértico. Frente a ello, la Casa Invisible apuesta por que su entorno siga vivo, y se abre como sede para actividades ciudadanas, a modo casi de nodo compensatorio ante la desmesura del binomio tematización /mercantilización en la paulatina asunción de funciones de centralidad metropolitana por parte de Málaga ciudad.

Pero más allá del entorno del Núcleo histórico, el mismo despliegue de la actuación extiende los efectos mucho más lejos, comportándose como una perturbación, que no nace de la oposición reactiva de las dicotomías excluyentes, sino de la dinámica intempestiva del tercero que bien escapa, bien irrumpe, siempre como exceso no integrable, como cosa sin nombre ni número. De esta forma, la Casa Invisible se inserta y trastoca varios ecosistemas diferentes, tanto administrativos (empezando por el propio Ayuntamiento de Málaga) como universitarios, políticos, culturales o museísticos.

En este proceso se verifica también cómo el sistema de saberes queda afectado, convirtiéndose la elaboración del proyecto en un laboratorio donde se exploran direcciones completamente nuevas: el sistema jurídico (en particular lo relacionado con los derechos de propiedad y con procedimientos administrativos como el más inmediato de cesión de uso), la geografía urbana, la economía, la sociología, la arquitectura, la filosofía política, etc.

Los modos tampoco son los convencionales, pues se prescinde del formato documento y se vuelca toda la información en el espacio wiki semioficial de la Escuela de Arquitectura de Granada (http://citywiki.ugr.es/wiki/Proyecto_Casa_Invisible/Proyecto_Cultural), toda una declaración de intenciones de transparencia y apertura a la cooperación y a la inteligencia distribuida. En sintonía con ello, se privilegia el protagonismo del proceso, y uno de carácter indeterminista, que inventa sobre la marcha su propio método y que es su propio objetivo, como máquina social-territorial sin fin. A la vez formación, investigación y actuación tangible, operando en lo técnico, en las relaciones sociales y en las subjetividades. Profundamente político pero desde el cuerpo y la materia: expresión en lugar de representación.

Muchos retos: políticos, culturales, jurídicos, económico-financieros, de gestión y técnicos (cómo y quién ejecuta las obras, su coexistencia con las actividades de la Casa Invisible, cumplimiento de normativas). Lo que se propone queda claramente bajo el signo de lo problemático, entendido como la acción que no es la simple aplicación de un procedimiento predeterminado y previo. Abocada por tanto a un uso imaginativo y creativo de los recursos en cada momento disponibles, invirtiendo la proporción de lo que es habitual, esto es, desde el rigor, la seriedad y a la vez el ingenio que exige la utilización de medios austeros. No es un alarde de virtud ni un extravagante lujo, es pura necesidad, como el respirar, aquí y ahora.