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03.03.2009

Prólogo: la fuerza del anonimato

Hace tiempo que Espai en Blanc, como su propio nombre indica, viene trabajando en la creación de espacios, situaciones y acciones en las que «no ser nadie» no sea sinónimo de no valer nada sino todo lo contrario: sea la posibilidad de creación y de expresión de nuevas formas de pensamiento y de intervención colectivas. Un ejemplo práctico de ello han sido los encuentros en el Bar Horiginal, donde en 2006 y 2008 nos dimos cita, autoconvocándonos, decenas de personas una vez al mes para pensar juntos, para hablar cara a cara desocupando nuestros lugares de enunciación habituales y reconocidos. Otro ejemplo ha sido la investigación que hemos coordinado sobre las Luchas autónomas en España en los años setenta y que ha dado lugar a la elaboración de un libro, un archivo y un documental.1 En ellos se rastrea, desde la actualidad, la memoria de unas luchas que consistían precisamente en construir la fuerza de lo común contra los nombres y las consignas que, desde partidos y sindicatos, pretendían capitalizarla. Y es que las prácticas del anonimato no son algo que hayamos inventado nosotros sino que se dan en continuación con una larga historia de luchas sociales y, más concretamente, con la manera como una parte importante del activismo más reciente ha sabido desarrollar una crítica de la representación, de las identidades y de los códigos de visibilidad que estructuran el espacio público de cualquier ciudad contemporánea.

Estos materiales surgen en el hilo de estas experiencias prácticas y teóricas en las que hemos aprendido a poner en cuestión un determinado reparto de asignaciones (lo académico / lo militante, lo alternativo / lo institucional, los movimiento sociales con cada una de sus diferencias, etc.) que no nos sirve para expresar hoy el deseo de lo común, la necesidad de pensar y experimentar hoy un nosotros. Paradójicamente, esta pregunta por la experiencia del nosotros es la que nos ha llevado a plantear el problema del anonimato, del anonimato como apuesta colectiva, como fuerza, como posibilidad conquistada de la experiencia de algo común que se abre frente al recrudecimiento de las identidades que fragmentan el mapa del mundo global y frente al estricto proceso de identificación y de privatización que sufrimos hoy como individuos.

La transformación del espacio político moderno y de su régimen de visibilidad parece que está alterando radicalmente la experiencia que tenemos del anonimato. Como podrá comprobarse en la lectura de estos textos, es ambivalente y paradójica. Por un lado, el anonimato nos remite al imaginario del individuo moderno: a su conquista de la privacidad como derecho individual y, a la vez, a la pérdida de su singularidad en la indiferencia de la sociedad-masa. En continuidad con ello, sigue siendo necesario hoy defender la libertad asociada al anonimato personal, cada vez más puesta en peligro por la sociedad de control. Al mismo tiempo, persiste un cierto miedo a ser víctima de la indiferencia y la invisibilidad, a caerse «fuera», a dejar de estar conectado a la red precaria de los hilos que articulan nuestra sociedad.

Pero más allá de esta dimensión individual, el anonimato está pasando a ser hoy también la condición de nuevos caminos de resistencia, de creación y de intervención, tanto en lo social y político como en lo cultural. Ante la crisis de la representación política y de sus espacios de interlocución ciudadana, ante la personalización, privatización e identificación cada vez más fuerte de todos los momentos de la vida social, hay un deseo de anonimato, un deseo de que sea «la gente» quien hable, quien piense, quien actúe.

Son prueba de ello las últimas grandes movilizaciones ciudadanas (movimiento contra la guerra, 11-M, Vivienda digna…), que han tomado su fuerza del anonimato de sus convocatorias. El hecho de que no fueran convocatorias en nombre de nadie ni de nada ha sido su condición de posibilidad, el hecho de resistirse a dejarse poner un nombre en el mapa de la representación política es lo que ha abierto un espacio y un tiempo en el que hacer causa común. Lo mismo ocurre en ámbitos muy diversos de la cultura y de la creación, donde paralelamente al «star system», fuertemente personalizado, prolifera una creatividad que se quiere anónima, que se da nombres-máscara que circulan entre la gente, que no se separan de ella, que incluso desaparecen y se confunden con ella.

Son muchas las expresiones de este anonimato, entendido como fuerza de lo colectivo: desde el gesto zapatista de cubrirse el rostro para hacerse visible más allá de lo que la identidad indígena y las individualidades concretas hubieran permitido, hasta la ubicuidad social de lo que algunos autores llaman los nuevos «nómadas urbanos», refiriéndose a los grupos de jóvenes que ya no viven encerrados en sus guetos sino que se mueven juntos por todo el espacio de la ciudad, alterando los límites entre centro y periferia y sustrayéndose a las identidades, clasificaciones y asignaciones que les corresponderían. De la misma manera, los protagonistas de los nuevos conflictos sociales han adquirido también connotaciones que hacen difícil darles un nombre: precarios, parados, chusma, sin-papeles, sin-techo, sin-voz, sin-nombre… Ante determinados acontecimientos, como el 11-M en Madrid, también la gente (¿cómo decirlo sino?) se apropia de los espacios de comunicación colectivos y crea una narración coral, un boca a boca que desborda la comunicación lineal de los medios oficiales. No hay manera de responder, en ninguno de estos casos, a la pregunta por el ¿quién?

Ahí es donde nos interesa situar nuestro debate: no queremos caer en la trampa de formular la pregunta sociológica o policial sobre los nuevos anónimos (¿quiénes son?) para tratar de identificarlos, sino que queremos situarnos precisamente donde esta pregunta deja de funcionar. ¿Qué ocurre entonces? ¿Qué posibilidades se abren? ¿De qué manera puede ser el anonimato la expresión de la heterogeneidad más radical, de un desafío a los actuales dispositivos de poder? ¿Qué paradojas se abren entonces?

La fuerza del anonimato, cuando no es la fuerza impuesta de una condena individual a la indiferencia sino que es la fuerza de una expresión colectiva, rompe los códigos que articulan nuestra sociedad e invalida los espacios previstos para la representación. ¿Qué significa hoy ser visible, existir, estar en el mundo? La sociedad actual tiene diversas respuestas para ello:

  • Como sociedad de control, ofrece una respuesta a través de múltiples procesos de identificación que nos otorgan los permisos necesarios para estar o no estar. Es un uso de la identidad que más que relaciones de pertenencia establece pautas de discriminación a partir de la gestión de los permisos y los accesos.
  • Como sociedad de consumo, establece un régimen de deseo-compensación que da a cada uno su propio horizonte de expectativas/satisfacciones.
  • Como sociedad formalmente multicultural, ofrece un abanico cerrado de categorías étnicas, culturales y de origen con las que identificarse.
  • Como sociedad terapéutica, se dirige a cada psique individual para ofrecerle una serie de recursos (institucionales, discursivos, etc) para gestionar su propia vulnerabilidad.

Nosotros buscamos otras respuestas a qué significa hoy estar en el mundo, en continuidad con esas prácticas en las que el anonimato deja de ser una condena que se nos impone individualmente para convertirse en la fuerza que impugna los procesos de privatización e identificación que nos separan, que encierran nuestras diferencias en guetos y nuestras singularidades en individualidades impotentes.

Los textos que presentamos indagan estas otras respuestas y abordan los problemas, paradojas, horizontes, dificultades y caminos por recorrer que se abren cuando nos disponemos a aprender el anonimato en vez de permanecer amarrados al rol, al lugar de visibilidad o de invisibilidad que nos ha sido asignado. Algunos de ellos fueron presentados en las jornadas «La fuerza del anonimato», que celebramos en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) en diciembre de 2008. Fue el inicio de un recorrido que hemos continuado junto a otros y que esperamos que la publicación de esta revista contribuya a ampliar y reforzar, tanto en lo teórico como en lo práctico.